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“Dejar de ser”

Es… ¡No ser más, uno!




Como base para nuestro tema debemos tomar en cuenta los dos temas anteriores "Recordando y Aprendiendo para vivirlo a Él, y Vivirlo a Él” para ¡Dejar de ser!


1.- Recordando y Aprendiendo para vivirlo a Él

2.- Vivirlo a Él…

Dejar: es “Abandonar, no continuar lo empezado” y Ser: es “esencia y naturaleza”, es “vida, existencia”, es “cualquier cosa creada, especialmente si está dotada de vida, pero el “ser” al que nos referimos según la enciclopedia de Wikipedia es, ante todo, lo que se expresa mediante el modo infinitivo de un verbo. Ejemplo: “yo soy médico, ingeniero” “yo soy el pastor, o el apóstol, etc.” Ser, es el verbo que designa aquello que hace que todas las cosas sean, y sean lo que son, pero él mismo, por ser infinito y no tener límites es un horizonte pero no es ningún ente, no es alguna cosa.

Por lo que entendemos entonces que… Dejar de ser, es… “No ser más”… ¡Es morir, es dejar de vivir! Pero con esto no me refiero a la muerte del cuerpo, sino morir al “yo soy esto o aquello”, morir al EGO que en definitiva, es el que se duele.

I.- Dejar de ser, es… “Caer y Morir”

Como fue dicho por el Señor Jesús en su tiempo de él mismo, y que es aplicable hoy a nosotros… “De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará.” (Juan: 12:24-25).

Ejemplo: en (Hech: 9:1-16) el apóstol Pablo después de haber recibido del Señor la revelación del propósito establecido por Dios para bendición del hombre, y de haber entendido quien era Su señor, y quien fue el que le llamó a servirle cuando iba camino a Damasco; siendo él, Saulo de Tarso uno de los principales en su tiempo no solo por la posición económica, ni por la clase social que tenía, ni por los estudios que había recibido a los pies de Gamaliel, ni por ser un hombre docto en el conocimiento de las escrituras y la Ley de Moisés, cosas éstas que le daban razones suficientes para gloriarse, como bien lo dijo él mismo:

“Si alguno piensa que tiene de qué confiar en la carne, yo más: circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible. Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo, y ser hallado en él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe…” (Fil: 3:4-9).

Con todo y esto a “Su favor” el Señor le permitió entender que fue escogido por Dios, para “Dejar de ser” por lo cual dijo al ser alumbrado su entendimiento: "Ya no vivo yo, mas Cristo vive en mí" (Gál: 2: 20).

¿Por qué decimos que dejar de ser es, no ser más, uno?

Nos refiriéndonos a no ser más nosotros siendo guiados por pensamientos, sentimientos y voluntad naturales, que nos han llevado a vivir experiencias que en muchas ocasiones han sido desagradables, por causa de la ignorancia que hemos tenido o la falta de luz, respecto de nuestra verdadera identidad… Dejar de ser, es no vivir más humanamente, sino conforme a lo que somos en verdad… ¡Espíritu!

II.- Dejar de ser, o no ser más, uno...

Lo decimos así, porque no somos lo que vemos, sino lo que no vemos… pues lo que vemos es temporal y lo que no vemos es eterno (2Cor: 4:18). Nuestra verdadera identidad conforme al plan perfecto del Dios es que somos el nuevo hombre “CRISTO”, creados según Él en justicia y santidad de la verdad (Efe: 4:24).

Dejar de ser, o no ser más uno, es algo que podemos conceptualmente entender, pero que en la práctica, cuando estamos pasando cualquier experiencia, ej: “la pérdida de un ser querido, la quiebra económica, una separación en el hogar, un dolor intenso, una infidelidad, etc.” la práctica de ese concepto que decimos que entendimos se torna muchas veces difícil de vivir.

Cuando el apóstol Pablo escribió en su tiempo… “Haced morir, pues, todo lo terrenal en vosotros”, fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; dejad también la ira, el enojo, la malicia, la blasfemia, palabras deshonestas y la mentira… (Col: 3: 5-9a), lo dijo para que lo que se viera en cada uno de nosotros no fuera lo natural o humano, sino el Dios que es, y vive a través nuestro, sin acepción de personas, sin diferencias de ninguna clase, porque en Dios no hay griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, hombre ni mujer, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, y en todos (Gál: 3: 28) (Col: 3: 11).

¿Cómo puedo dejar de ser, o no ser más…?

Lo esencial, lo primordial y lo único que nos llevará a que la verdad de Dios ya no sea más un concepto, sino una vivencia, es que renovemos nuestra manera de pensar para que comprobemos por nosotros mismos que su buena voluntad es agradable y es perfecta (Rom: 12:2). Es que le creamos a Él; porque al que cree, todo le es posible (Mar: 9:23), que recordemos en todo momento que no somos el vaso de barro, sino el tesoro; que no somos lo que vemos, sino lo que no vemos; que no somos lo temporal, sino lo eterno; pues no somos cuerpo, sino Espíritu (2Cor: 4:18).

El Dr. Jóe Dizpenza médico, científico y quiropráctico que dirige una concurrida clínica integral de salud y educador en el campo de la neurociencia, la función cerebral, la biología y la química del cerebro, en su libro “Deja de ser tú” dice que, “El hábito clave que puedes suprimir es el de ser tú.”

Se conoce como un hábito, al comportamiento repetido regularmente de una persona… y dejar de ser nosotros, para que el que se vea actuando en todo momento a través nuestro sea Dios mismo, es el mejor hábito que podemos tener, y el más sano… “Nos llevará a la muerte” del ego.

Esto nos puede parecer algo inusual, pero como dice el Dr. Dispenza, seamos lo bastante valientes como para contemplar nuestra vida, haciendo algo «inaudito» y repetirlo una y otra vez. De este modo llegaremos a alcanzar un mayor poder personal.

La repetición refuerza los circuitos de tu cerebro y crea más conexiones neurales para que en tus peores momentos del día no renuncies a tu grandeza… “Porque no tenemos de Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” (2Tim: 1:7).

Tenemos a nuestro alcance todo cuanto necesitamos para hacer un cambio importante en nuestra vida (2Ped: 1: 3). Estamos viviendo un momento en el que además de querer «saber» muchas cosas, queremos también «saber cómo» hacerlas. Y sucede lo mismo cuando de hacer el cambio en nosotros se trata; queremos «saber cómo» morir a muchas de las creencias que hemos aprendido, dejar de ser uno, para que sea Dios el que se manifieste, no ser más nosotros obrando sino Él (Col: 3: 4).

Dejar lo viejo y acoger lo nuevo parece fácil, pero la mayor parte de lo que hemos aprendido y experimentado se ha incorporado a nuestro «yo» biológico y ya se ha convertido en nuestra segunda piel, dice el Dr. Dispenza, pero – como dijo el Señor a Moisés: “¿Acaso se ha acortado la mano de Jehová? Ahora verás si se cumple mi palabra, o no (Núm: 11: 23) o Jesús a los discípulos: “Para los hombres es imposible, mas para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios” (Mar: 10:27) y como le dijo en cierta ocasión el Señor

Meditemos:

El verdadero empoderamiento llega cuando empezamos a analizar a fondo nuestras creencias. Tal vez descubramos que sus raíces se hunden en condicionamientos religiosos, culturales, sociales, educativos, familiares, mediáticos e incluso genéticos (los últimos están causados por experiencias sensoriales de nuestra vida actual y por las de las incalculables generaciones que nos precedieron).

Asimilar conocimientos (saber) y adquirir luego la experiencia práctica aplicando lo aprendido hasta que la habilidad se convierta en tu segunda naturaleza (saber cómo) es seguramente el proceso que seguiste para adquirir la mayoría de facultades que ahora forman parte de ti (el conocimiento). Del mismo modo, aprender a cambiar tu vida conlleva unos conocimientos y la aplicación de esos conocimientos.

“Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace” (Stgo: 1:23-25). Los sólidos conocimientos que hás adquirido te permitirán experimentar por ti mismo que lo que has aprendido es «verdad».

1. El hábito clave que puedes suprimir es el de ser tú…

2. Ve más allá del entorno… No dejes que el mundo exterior controle lo que piensas y sientes, porque se crearán en el cerebro unos circuitos que te harán pensar «como» todo lo que conoces. Por eso creas más de lo mismo, la arquitectura neurológica de tu cerebro refleja los problemas, las condiciones personales y las circunstancias de tu vida. Así que para cambiar debes ir más allá de lo físico de tu vida.

3. Ve más allá del cuerpo… Nos dejándonos llevar sin darnos cuenta por una serie de conductas, pensamientos y reacciones emocionales memorizadas que funcionan como programas informáticos instalados en el subconsciente. Por esta razón los «pensamientos positivos» no bastan, ya que la mayor parte de quien somos reside a nivel subconsciente como negatividad en el cuerpo.

4. Ve más allá del tiempo… Vivimos anticipando situaciones futuras o rememorando repetidamente recuerdos (o ambas cosas) hasta que el cuerpo empieza a creer que vivimos en el pasado en vez de en el presente. Las investigaciones más recientes respaldan la idea de que tenemos una capacidad natural para cambiar el cerebro y el cuerpo con los pensamientos, o sea, que biológicamente el cuerpo cree que ya ha ocurrido alguna situación futura.

Cómo podemos hacer que un pensamiento sea más real que ninguna otra cosa, podemos cambiar quien somos, desde las neuronas hasta los genes, si adquirimos los conocimientos necesarios. Cuando aprendes a usar tu atención y a vivir en el presente, cruzas la puerta que lleva al campo cuántico, donde existen todas las posibilidades. “Todo, todo, todo lo podemos en Cristo” (Fil: 4:13).

III.- Nuestro vestido es Cristo…

Vistámonos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable (Gracia), de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; soportémonos unos a otros, y perdonémonos unos a otros de la misma manera como Cristo perdonó, así también hagámoslo nosotros. Y sobre todas estas cosas vistámonos de amor, que es el vínculo perfecto. Y que la paz de Dios gobierne en nuestro corazón, a la que asimismo fuimos llamados en un solo cuerpo (como cabeza); y seamos agradecidos (Col: 3:5-15).

IV.- En conclusión:

Para dejar de ser… “Nuestro sentir debe ser el mismo de Cristo…”

Y no por obligación, ni por mandamiento, ni por compromiso y mucho menos por temor; sino por AMOR, pues Dios es amor (1Jn: 4:16b), y nosotros somos su esencia y su vida en este mundo.

Como fue escrito: si en algo valoramos lo que somos, Pablo dijo: si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes, sintiendo una misma cosa.

Nada hagamos por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo; no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros.

Haya, pues, en nosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, (Dejó de ser) tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz (Fil: 2: 1-8).

Para dejar de ser, debemos recordar en todo momento ese "Sentir" ¡EL MISMO SENTIR! que hubo en Cristo Jesús… pues nosotros somos su esencia y su vida en este mundo.

a) Despojarnos a nosotros mismos de (egos, apegos, clases sociales, títulos, vicios, religiones, etc.).

b) Tomar forma de siervo, para "Servir" (levantar, ayudar, animar, apoyar y poner en alto).

c) "Humillarnos" hasta lo sumo (al máximo).

d) "Obedecer" hasta la muerte… Es vivir en conciencia, haciendo todas las cosas en amor, porque el obedecer trae carga, pero la conciencia es vida, es la misma presencia de Dios obrando, es haciendo Él en nosotros y a través nuestro lo que a Él le es agradable (Heb: 13:21b).

Todo lo que hagamos, que sea de corazón, en el Señor y no para los hombres; sabiendo que en el Señor tenemos recompensa (Gál: 6:7), porque en Cristo el Señor servimos (Col: 3:23-24).

No sirvamos al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos en Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios; sirviendo de buena voluntad, en el Señor y no a los hombres, sabiendo que el bien que cada uno hiciere, ése recibirá del Señor (Efe: 6:6-7).

Porque esta es la voluntad de Dios: que haciendo bien, hagamos callar la ignorancia de los hombres insensatos; como libres, pero no como los que tienen la libertad como pretexto para hacer lo malo, sino como siervos de Dios. Honrando a todos, amando a los hermanos y temiendo a Dios (1Ped: 2:15-17).

Somos Su gloria, Su bendición, Su reflejo, Su esencia y Su vida manifestándose en todo momento.

¡Vivirlo a Él!

Tengamos presente el orden en el que venimos estudiando la palabra, porque para vivirlo a Él, primero debemos “Recordar y Aprender” el propósito por el cual estamos en este mundo y cuál es nuestro papel espiritual en este cuerpo natural…

Recordemos entonces que es el Espíritu es el que recuerda en el cuerpo natural, y es el cuerpo el que aprende a someterse al Espíritu a través de cada circunstancia de la vida, sea cual sea, hasta “Morir” a todo lo terrenal, como fue escrito: “Haced pues morir todo lo terrenal en vosotros” (Col: 3:5a).

A.- Recordamos y Aprendemos para Morir… Y morimos, para ¡Vivirlo a Él…  ¡Glorificárlo a Él! 

En cierta ocasión el Señor Jesús dijo a sus discípulos que  “Ya había llegado la hora para que el hijo del hombre fuera glorificado”… Así como lo hizo el Señor, en su cuerpo Jesús cumpliendo su ministerio. “Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciese.” (Juan: 17:4)… Y les dijo que, “Solo MURIENDO” a ellos mismos, a su modo de pensar, a  la forma de ver las cosas, a toda religiosidad, a su cultura, etc. Solo así lo podrían lograr, diciendo: “De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.”  (Juan: 12:23-26).

Aunque humanamente no es fácil hacerlo, Él mismo fue su ejemplo en ese tiempo para el cumplimiento de su palabra. “A lo suyo vino y lo cumplió” (Juan: 1: 11). Claro está que muchos no lo recibieron, muchos no lo aceptaron… pero independiente de todo, Él lo hizo, cumplió su propósito y dijo: “Consumado es.” (Juan: 19:30).

Lo hizo…

a.      Contra naturaleza... “Su concepción no fue como la de todas las personas” Cuando el ángel le dijo a María que había sido escogida por Dios para que de ella naciera el salvador, dijo al ángel: ¿Cómo será esto? Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios. (Luc: 1:31-38).

b.      Por encima de sus padres terrenales: “Dejó claro el ministerio que venía a cumplir” María y de José después de tres días de Él haberse apartado de ellos, le preguntaran con toda razón,  ¿por qué nos has hecho así? He aquí, tu padre y yo te hemos buscado con angustia. Él les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar? (Luc: 2:41-50).

c.       Por encima de toda tentación: dijo al enemigo… “No tentarás al Señor tu Dios”  Y cuando hubo acabado toda tentación, el enemigo se apartó de él por un tiempo. (Luc: 4:1-13), “pero en la cruz lo destruyó” (Heb: 2: 14). Hoy el enemigo del hombre es su manera de pensar (Rom: 12: 2).

d.      Por encima de su familia: Mientras él aún hablaba a la gente, he aquí su madre y sus hermanos estaban afuera, y le querían hablar.  Y le dijo uno: He aquí tu madre y tus hermanos están afuera, y te quieren hablar. Respondiendo él al que le decía esto, dijo: ¿Quién es mi madre, y quiénes son mis hermanos?  Y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana, y madre. (Mat: 12: 46-50).

“Ni su misma familia lo seguía en su propósito” Jesús les decía: No hay profeta sin honra sino en su propia tierra, y entre sus parientes, y en su casa. (Mar: 6:4) (Mat: 10:37-39).

e.       Por encima de Él mismo: “Aun experimentando el momento de temor más grande de su existencia” Y él se apartó de ellos a distancia como de un tiro de piedra; y puesto de rodillas oró, Padre, si quieres, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya. Y se le apareció un ángel del cielo para fortalecerle. (Luc: 22:42-43).

f.        Por encima de la misma muerte: Jesús dijo: “Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar.” (Juan:10:17b-18ª) (Luc: 23:46), por eso Pablo dijo: ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? (1Cor: 15:54-55).

g.      Y fue glorificado con un nombre que es sobre todo nombre: Y se le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de su nombre.

¡Igual sucede con nosotros! (Col: 3: 11)… “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.” (Fil: 2: 5-11). 

B.- Para vivirlo a Él…

Debemos “Caer y Morir” a nuestra razón… y un buen ejemplo de esto lo tenemos en “Saulo de Tarso”, como está escrito… Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? El dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. El, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer.  (Hech: 9:3-6). 

Renovar nuestra manera de pensar (Porque el que vive es Cristo y no nosotros). Sino lo entendemos de Dios así, estaremos dando coses contra el aguijón. “Transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, dijo el apóstol Pablo, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” (Rom: 12: 2).

Ahora recordemos que… “Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto.”  El fruto que debemos manifestar es a Cristo mismo, es ¡Vivirlo a Él.

C.- Ame, sirva y será glorificado…

*  “El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará.” Y les dijo más…
*  “Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor.” Y…
*  “Será honrado...”

D.- En conclusión…

Como el propósito del Señor en esta palabra es “Recordar y Aprender” para “Morir” y… ¡Vivirlo a Él!

Hay una ley sobrenatural del Espíritu que dice que tendemos a movernos hacia la imagen mental que tenemos de Dios; tendemos a convertirnos en lo que concebimos que Dios es. Si nuestro Dios no tiene estándares, no tendremos estándares. Si nuestro Dios no tiene absolutos, no tendremos absolutos.

Su poder sobrenatural es través nuestro para obtener lo milagroso y hacer lo que hasta hoy nos ha sido imposible en nuestras circunstancias… La plenitud del Espíritu de Dios YA está en usted, hay poder, y es el mismo poder que produjo el milagro de resucitar a Jesucristo de los muertos. (Efe: 1:17-23). 

Por ese motivo el apóstol oraba diciendo:  Que el Señor Jesucristo, el Padre de gloria, les diera espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él,  que les alumbrara los ojos del entendimiento, para que supieran cuál era la esperanza a la que él los había llamado, y cuáles eran las riquezas de la gloria de su herencia en los santos,  y cuál era la supereminente grandeza de su poder para con los que creían, según la operación del poder de su fuerza,  la cual operó en Él, resucitándole de los muertos… 

Él está en usted y en mí, en la persona del Espíritu Santo, listo para obrar y listo para moverse y fluir. Esta palabra se cumplió en el Pentecostés  (Hech: 1:8) "Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra".

Fue dicho… ¡YA está en usted!
Pablo en su tiempo dijo: “Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.” (Gál: 2:20b).

“No está en nosotros”… Está obrando a través nuestro… ¡ES a través suyo y a través mío! … En todo y en todos. Es uno solo el que vive en este mundo… ¡El! (Gál: 3: 28).

En esta verdad debemos estar  persuadidos, en esta verdad, esta es la buena nueva en la que debemos gozarnos en comunión unos con otros, sin diferencias... porque en su tiempo y hora muchos despertarán a ella, pues, que el que comenzó en nosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo (Fil: 1:3-6). 

“Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria. (Col: 3:4). “El que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado” (1Juan: 2:5).

Somos Su gloria, Su bendición, Su reflejo, Su imagen, Su esencia, Su olor fragante y Su misma vida manifestándose en muchos cuerpos en este mundo, pues como Él es, así somos nosotros… (1Juan: 4: 17b).

  

Nota:

Puedes depositar tu ofrenda en cualquiera de las oficinas de Western Unión a nivel nacional, a nombre de William Daniel Muñoz Molano, con CC # 16680415, en Cualquier corresponsal bancario al número de celular 3157786249 por NEKI o haciendo transferencia directamente desde cualquier cuenta bancaria.

El apóstol Pablo escribió en (2Cor: 9:1-15) “Cuanto a la ministración para los santos, es por demás que yo os escriba”; pues conozco vuestra buena voluntad y generosidad, y no como de exigencia nuestra. Pero esto digo:

1) El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará.

2) Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre. Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra;

3) Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia, para que estéis enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual produce por medio de nosotros acción de gracias a Dios.

Porque la ministración de este servicio no solamente suple lo que a los santos falta, sino que también abunda en muchas acciones de gracias a Dios; pues por la experiencia de esta ministración glorifican a Dios por la obediencia que profesáis al evangelio de Cristo, y por la liberalidad de vuestra contribución para ellos y para todos; asimismo en la oración de ellos por vosotros, a quienes aman a causa de la superabundante gracia de Dios en vosotros.

¡Gracias a Dios por su don inefable!