-->

Reinando en Vida… Desde nuestra verdadera esencia… ¡Yo Soy! (2ª parte).

Para que esta palabra de “Reinar en vida desde nuestra verdadera esencia Yo Soy” se pueda entender mejor y nos podamos gozar con ella por el Espíritu que nos habita, debemos ser alumbrados, y en conciencia despertar y ver las cosas como deben ser vistas, con los ojos del (Entendimiento – Dios); pues el único que puede reinar en verdad y en toda la extensión de esta palabra es él mismo, pero lo debe hacer, a través nuestro… ¡Así está establecido!, ya que solo hay un Rey, y un reino. ¡Nosotros, el mundo y todo lo creado SOMOS Su reino, pues Él es el que lo llena todo, en todo!

Ahora entendamos lo siguiente: ¿Porque es que decimos que el único que puede reinar en vida, en toda la extensión de la palabra es él mismo, y que si lo hace, lo debe hacer a través nuestro? Para explicar mejor esto, tomemos el siguiente ejemplo: Muchos hemos oído de nuestros viejos el dicho de que “El que no cojea de un lado, cojea del otro”, indicando con esto que humanamente siempre vamos a fallar, flaquear, resbalar y caer; y esto, a ojos de los demás, por ende, estaríamos en la mira de todo ojo y dedo señalador que no vería con agrado esa posición de Rey. Este cuerpo natural es débil, es efímero, es limitado… ¡Ninguno en este mundo podría llenar el requisito para serlo! No así en Dios, pues en el Rey siempre estamos firmes.

Todo está bajo Su control y señorío… ¡Nada se sale de su mano! 


El apóstol Pablo dijo a sus discípulos en Roma así: “Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente.” Esto respecto de cualquier decisión que tomemos en vida, pues si lo hacemos, es en Dios que lo hacemos y por ende NO debe haber recriminación, juicio, ni condena de esa decisión de ninguna parte. 

Así fue escrito: 

El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace. El que come, para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios. Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Rey y Señor así de los muertos como de los que viven (Rom: 14:5b-9).

Esto hablando de lo que sucedió en la cruz para bendición del hombre en ese tiempo… Cuanto más ahora que el que vive y se manifiesta en todo y en todos es él mismo, el Dios eterno, el Gran Yo Soy… y en él Somos UNO solo… ¡El Rey! (1Cor: 15: 28) (Gál: 3: 28).

Retomemos entonces lo que decíamos en la primera parte de nuestro tema anterior.


Reinar es señorear, gobernar, tener el control y el dominio de todas las cosas cualesquiera sean, en lo mucho, lo poco, o nada. Entendiendo que “Así a muchos no les parezca las decisiones que tomemos, lo que pensemos, digamos y hagamos manifestando ese señorío, gobierno, poder, control y dominio que tenemos en Dios…” (2Tim: 1:7). Pues todo está puesto en nuestras manos… y somos libres de tomar la decisión que bien nos parezca.

“Nadie se engañe a sí mismo; si alguno entre nosotros se cree sabio en este siglo, hágase ignorante, para que llegue a ser sabio. Porque la sabiduría de este mundo es insensatez para con Dios; pues escrito está: El prende a los sabios en la astucia de ellos. Y otra vez: El Señor conoce los pensamientos de los sabios, que son vanos. Así que, ninguno se gloríe en los hombres; porque todo es nuestro: sea el mundo, sea la vida, sea la muerte, sea lo presente, sea lo por venir, todo es nuestro…” (1Cor: 3:18-22).

En este cuerpo pueden pasar muchas cosas... Por eso no dejes que pasen, porque siempre traen bendición (Rom: 12:18-21).

Sabiduría no es saber... Es VIVIR (2Tim: 1:7).

En cierta ocasión en ese tiempo, Jesús haciendo mención de este señorío, poder, control y gobierno para el cual el hombre había sido creado desde el principio de los tiempos, y que por el desconocimiento del mismo, los judíos que con él hablaban no reconocieron a Dios al cual tenían delante, pues no estaban claros en ese propósito y cumplimiento de las cosas en ese cuerpo Jesús (Juan: 1: 11); y cuando les dijo: ¿No está escrito en vuestra ley: “Yo dije, dioses sois?” (Juan: 10: 34), querían apedrearlo, pues solo veían y oían con sus ojos naturales, pues todavía el Espíritu no les habitaba para que pudieran entender.

Hoy no debe ser así con nosotros, porque él mismo va despertándonos a estas verdades desde antes establecidas. ¡Hoy podemos recordar en este cuerpo natural como fuimos conocidos!

Dejemos YA de ser niños en el conocimiento, de hablar como niños, de pensar como niños, de juzgar como niños; para ser hombres y mujeres maduros como somos… ¡Esencia, plenitud y vida de Dios en plena acción!

Antes se veía por espejo, oscuramente; pero ahora debemos vernos cara a cara. Ahora conozco en parte dijo el apóstol; pero entonces conoceré como fui conocido (1Cor: 13:9-12); y cuando fue despertado a esa tremenda bendición y gloria, no pudo más que decir… “Ya no vivo yo… es Dios el que vive” (Gal: 2: 20b).

¿Por qué Jesús les dijo dioses sóis? 

1. Porque ese fue el propósito inicialmente establecido por Dios para el hombre… ¡Señorear y sojuzgar la tierra! (Gén: 1:28). 
2. Porque de Dios habían venido... ¡Dios es la roca de donde ellos fueron cortados! (Isa: 51:1) Y… 
3. Porque… (Solo dioses pueden provenir de ---> Dios). De la misma manera que de un perro nacen perritos, de un caballo nacen caballitos, etc. Independientemente del propósito que como simiente cada uno de ellos irían a desempeñar en ese tiempo… ya fuera manifestar el “Bien o el mal; la honra o la deshonra; ser lobos u ovejas, trigo o cizaña”.

Pero como todas las cosas establecidas por Dios siempre van a tener de parte del hombre un rechazo natural, fue escrito así: “Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así? ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra?” (Rom: 9:20-21). A esto se le conoce como el Señorío, soberanía o reinado de Dios.

“No te apresures en tu espíritu a enojarte; porque el enojo reposa en el seno de los necios. Mira la obra de Dios; porque ¿quién podrá enderezar lo que él torció? En el día del bien goza del bien; y en el día de la adversidad considera. Dios hizo tanto lo uno como lo otro, a fin de que el hombre nada halle después de él.” (Ecle: 7:9, 13-14). ¡Gocémonos de TODO EL BIEN que está puesto en nosotros! 

· Hoy todos somos sin diferencia alguna Su misma esencia, plenitud y vida en este mundo… 
·   Hoy es Él mismo el que vive a través de nuestro cuerpo mortal… 
·  Hoy no podemos decir de nosotros como se dijo en ese tiempo “dioses”, porque hoy, 

Dios es el que vive, señorea, gobierna, controla y reina en este mundo, en todo el universo y en todos los multiversos.

Ahora…
Para poder disfrutar de esta tremenda verdad que ha sido dada a nuestro favor, debemos tener muy en cuenta, no pasar por alto, y prestar mucha atención a estas palabras antes escritas en el título de nuestro tema. Las cuales son: “Desde, Yo Soy, y Vida”; porque ellas nos darán claridad para entender que solo desde nuestra verdadera esencia ¡Yo Soy! estaremos enfocados en poder reinar, señorear, gobernar y tener el control en todas y cada una de las circunstancias que se nos pongan al paso en este mundo.

Entonces prestemos mucha atención, no pasemos por alto, y tengamos muy en cuenta lo siguiente… 

a)  La palabra Desde, es una preposición que nos indica un lugar de inicio o un punto de partida... 
b) La palabra Yo Soy, es nuestra verdadera identidad celestial. Con esta palabra entendemos que se refiere “Al Ser”, “Al que vive a través nuestro”, “Al eterno”, “A Dios”… y 
c) La palabra vida, con esta debemos entender que nos referimos a nuestra existencia temporal humana en un cuerpo de carne, donde estamos siendo ejercitados en ese propósito establecido por Dios para nuestra bendición, que nos es otra cosa más que ¡Reinar en vida!

¡Reinar… es algo que solo Él lo puede hacer!!!

Señorear, gobernar, tener el control, el dominio, y reinar es Su plan perfecto, pero para hacerlo y manifestarlo Él mismo a través nuestro; porque el velo o vaso de barro que somos nosotros, solo es el medio del que él se ha vestido… ¡Nada está fuera del control y señorío del Yo Soy para poder reinar!

Recordemos que en cierta ocasión Asáf escribió del Señor al pueblo, diciendo: “No saben, no entienden, andan en tinieblas; tiemblan todos los cimientos de la tierra. Yo dije: Vosotros sois dioses, y todos vosotros hijos del Altísimo; pero como hombres moriréis, y como cualquiera de los príncipes caeréis (Sal: 82:5-6). Y de la misma manera lo hizo a través de su cuerpo Jesús en su ministerio terrenal. Él mismo llamó dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios en ese tiempo (y la Escritura no podía ser quebrantada) (Juan: 10:34-38).

Hoy sucede lo mismo con nosotros, pero con una pequeña diferencia… Antes de la cruz ellos fueron llamados “dioses”, porque de Dios provenían; hoy, después de la cruz,  “Dios ES el que vive y se manifiesta a través nuestro.

Dios ES el Señor, el Rey y el que reina eternamente y para siempre.

Ahora… siendo Dios el Rey, y el único que reina a través nuestro… debemos entender que mientras nos movamos en este cuerpo natural, nadie en este mundo está exento de pasar por situaciones adversas, y es aquí donde el despertar de la palabra debe tomar fuerza y ponerse por obra DESDE nuestra verdadera esencia Yo Soy, para vivir en control de todas ellas; porque si lo manejamos desde nuestra naturaleza humana, siempre nos vamos a ver enredados religiosamente, con pensamientos, argumentos, lógicas y razonamientos limitados.

Si queremos reinar, debemos hacerlo no buscando conseguir nuestro propio bien, sino también el de los demás… ¡Buscar siempre el bien común y no solo el propio… Y hacerlo, en lo posible de la mejor manera! Pues si no, seguiríamos obrando como todo el mundo lo hace, egocéntricamente.

Porque así fue escrito: 

1. “Nada hagan por contienda o por vanagloria; antes bien hagan las cosas con humildad. 
2. “Estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo.” 
3. “No mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros...”

Pongamos un ejemplo: 

Que nuestra abundancia cualquiera sea, supla al que padece necesidad; pues en esencia es a Dios mismo a quien manifestamos cuando sembramos… y a quien servimos. En otras palabras, es Dios mismo el que siembra a través nuestro, y es Dios mismo el que recibe, a través de nuestro hermano… (Mat: 25: 40). Estas palabras son fáciles de entender, y no podemos negarlo; pero en el ejercicio de aplicarlas es ahí donde empiezan a surgir las complicaciones, cuando no reinamos en línea con nuestra verdadera identidad en Dios. Por eso… 

Tenemos que ¡Morir para Reinar – Desaprender para Vivir!

No podemos obviar este paso mientras existamos a este mundo y hayamos sido alumbrados en conciencia. Para poder reinar en vida y experimentar la gloria y bendición de tener el control de las cosas que como ya sabemos están en nuestra verdadera esencia Yo Soy, nos es necesario experimentar la muerte… pero ¡En vida!

“Morir, antes de morir”

Pablo experimento la “muerte”, sin morirse… Cuando dijo: “Ya no vivo yo, Cristo vive en mí” (Gál: 2:20). 

1.  ¡Murió al ego, o al falso dios! 
2.  Murió a la ley mosaica cuando fue tumbado del su caballo mental… y 
3. Murió a la gracia que recibió en el tercer cielo, al conocimiento de los misterios de Dios, y al evangelio dado para los gentiles.

Esto es a lo que cada uno de nosotros va a ir llegando, porque así está establecido para todos aquellos que deban despertar al conocimiento de Su verdadera esencia, plenitud y vida, según Su perfecta voluntad. Con todas y cada una de las experiencias vividas, incluyendo las religiosas; hasta experimentar o recibir esa muerte que no es muerte, para poder reinar en vida.

Veamos estos dos ejemplos: 

·  Saulo de Tarso… a él le fue necesario morir a su manera de ser, de pensar y de vivir” (Hech: 9:3-22), y 
·  Jesús de Nazaret, siendo Dios mismo… como grano “cayó - descendió” en tierra y murió, para SER lo que siempre ha sido, la Vida (Juan: 12:23-24). Por lo que Pablo escribió: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Fil: 2:1-8).

Lo que nos indica que solo muriendo a nuestro parecer, lógica, razón, religión, etc; podremos empezar a ejercer y a experimentar nuestro reinado, a través de nuestra forma de siervo, tal y como sucedió cuando Él se vistió del cuerpo Jesús.

Solo por la manifestación del Espíritu a través nuestro, podremos disfrutar de esta gloria de pensar, hablar, actuar, y SER, no para nuestros propios intereses; sino teniendo en cuenta primero que todo, al Dios que ES también a través de nuestro prójimo.

Confío en Dios que de la misma manera como muchos por Su palabra hemos venido despertando a este conocimiento que hoy estamos compartiendo acerca del “Reinar en vida desde nuestra verdadera esencia Yo Soy”, también muchos de los que estén puestos por el Señor para entender esta gloria, despierten... ¡Por Su buena voluntad!

Nosotros sabemos que… “Aún hay muchos santos” que a pesar de que han venido siendo ejercitados en la palabra desde hace ya un buen tiempo en sus congregaciones, todavía en pleno siglo 21 tienen necesidad de seguir siendo alimentados con esa leche espiritual de los “Rudimentos de la doctrina del Cristo carne”, y no con el alimento sólido que nos corresponde; que no es más que “La Gracia sobre la gracia”… “Su esencia y Su misma vida”… ¡Su plenitud! … esa de la cual tomamos todos.  Y no para tener que seguir siendo amonestados en todo momento, como lo fueron los corintianos en el tiempo en el que el apóstol Pablo ejercía su ministerio. Porque...

¡Ya todo está establecido para reinar, en el Reino de Dios!

Por eso el apóstol mismo llegó a llamarles la atención a sus discípulos en Corinto, cuando les dijo: “El reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder. 

· No consiste en vanas repeticiones, ni en el cumplimiento de obras muertas, ni tradiciones, ni costumbres, ni mucho menos de ritos, ni de ceremonias ya abolidas, no. Basta ya de esas cosas… (Heb: 6: 1-3). 
·  Solo consiste en el poder de Dios YA cumplido y establecido en esa cruz, por Él mismo. Y ese poder no es más que ¡Su perfecta voluntad hecha una vez y para siempre! … Como fue dicho: “A lo suyo vino…” (Juan: 1: 11), y… “Consumado es” (Juan: 19:30).
Pero… ¡Sin conocimiento no se puede reinar!

Ejercitemos nuestros sentidos espirituales…

Si debemos despertar a muchas verdades todavía los que hemos venido siendo alumbrados en la palabra para poder “Reinar en vida”, puesto que fue escrito que: “Si alguno se imagina que sabe algo, aún no sabe nada como debe saberlo…” (1Cor: 8: 2). ¿Cuánto más, los que todavía no han despertado a ellas y siguen enredados en la religión y en su pensamiento ególatra?

Un buen ejemplo lo tenemos con el apóstol Pablo cuando les dejo claro a los Corintios, el cómo era que debían ser las cosas para salir de la niñez espiritual en la que se encontraban, y que ellos mismos entendieran, y desde su conocimiento pudieran “escoger” la forma de dirección o palabra, con la que debían seguir su caminar en Dios, diciéndoles así: ¿Qué queréis? ¿Iré a vosotros con vara, o con amor y espíritu de mansedumbre?”

Cuando el apóstol les dijo, con vara; se refería al sistema de ley mosaica en la que todo se hacía por obligación y por temor. Y cuando les habló del amor y del espíritu de mansedumbre, no se refería más que a la gracia y al favor que Dios había tenido para con ellos (1Cor: 4:20-21). Pero ellos por su niñez e ignorancia escogieron “la vara”, o sea, el conocimiento de ley, la costumbre, la tradición y ese sistema religioso antiguo testamentario, abolido, y caduco (Efe: 2: 15).

Por tal motivo les fue dicho también, así: “De manera que yo, hermanos, no pude hablarles como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. Les di a beber leche, y no vianda; porque aún no eran capaces, ni son capaces todavía, porque aún son carnales; pues habiendo entre Uds celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andan como hombres?

Porque diciendo el uno: Yo ciertamente soy de Pablo; y el otro: Yo soy de Apolos, ¿no son carnales? ¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis creído; y eso según lo que a cada uno concedió el Señor. Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento. Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor (1Cor: 3:1-8).

En conclusión:

Reinar en vida no puede hacerse más que desde… Nuestra verdadera esencia… ¡YO SOY!

No somos cualquiera… 
Somos especiales… ¡Su espíritu nos habita! Como para que todavía en este tiempo estemos los unos y los otros viéndonos naturalmente, esperando mostrar ser mejores que otros aún, hasta en la manera de compartir la palabra y no entendiendo que el que sostiene todas las cosas con la palabra de Su poder es Él mismo. Y Él mismo es quien obra en todos y cada de nosotros, sea cual fuere la palabra que se esté compartiendo, dependiendo eso sí, del nivel de gloria que Dios mismo haya alumbrado, pues no es del que quiere ni del que corra entender las cosas como están establecidas; y esto, para que no haya contienda, ni siquiera en nuestra manera de pensar, pues el que vive y REINA es solo Él.

Ahora, como dije desde el principio, despertemos ya, y entendamos las cosas desde el corazón del Dios que nos habita para Reinar en vida en este tiempo, tal y como lo debemos estar haciendo…

Santos y eternos… “Sepamos lo que Dios nos ha concedido” (1Cor: 2:12). El Yo Soy = El eterno, el Rey es quien nos habita… y Él es quien reina. ¡Esto nos debe dar reposo!

Para reinar en vida debemos renovar nuestra manera de pensar… (Rom: 12: 2). 

·  Somos ¡El REY! ésta es nuestra verdadera identidad celestial. Despertemos ya y entendamos esta verdad de Dios… Nosotros nunca hemos sido pueblo de Dios como fuimos enseñados en un tiempo, ni ovejas, ni novia, ni esposa, ni ninguno de esos otros apelativos que se dan en el sistema religioso para identificarnos como de la familia celestial, no. 
·  Somos el Yo Soy, el que vive, el eterno y no el temporal y el limitado que vemos en nosotros; así lo debemos entender para poder reinar en vida… ¡Todo nos es posible!

Ahora sí, ya con este piso espiritual, confío que somos alumbrados en esta bendición. ¡Somos la manifestación viva y en acción de Su esencia, gloria, plenitud y vida en este mundo.

Nota:

Puedes depositar tu ofrenda en cualquiera de las oficinas de Western Unión a nivel nacional, a nombre de William Daniel Muñoz Molano, con CC # 16680415, en Cualquier corresponsal bancario al número de celular 3157786249 por NEKI o haciendo transferencia directamente desde cualquier cuenta bancaria.

El apóstol Pablo escribió en (2Cor: 9:1-15) “Cuanto a la ministración para los santos, es por demás que yo os escriba”; pues conozco vuestra buena voluntad y generosidad, y no como de exigencia nuestra. Pero esto digo:

1) El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará.

2) Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre. Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra;

3) Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia, para que estéis enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual produce por medio de nosotros acción de gracias a Dios.

Porque la ministración de este servicio no solamente suple lo que a los santos falta, sino que también abunda en muchas acciones de gracias a Dios; pues por la experiencia de esta ministración glorifican a Dios por la obediencia que profesáis al evangelio de Cristo, y por la liberalidad de vuestra contribución para ellos y para todos; asimismo en la oración de ellos por vosotros, a quienes aman a causa de la superabundante gracia de Dios en vosotros.

¡Gracias a Dios por su don inefable!