Leamos lo que fue escrito en estos tres pasajes bíblicos para dar inicio al compartir de la palabra que vamos a tratar en el día de hoy, así:
El primero dice: “Pero luego que todas las
cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le
sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos” (1Cor: 15: 28). El
segundo dice: “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón
ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gál: 3: 28). Y el
tercero y último dice: “Donde no hay griego ni judío, circuncisión ni
incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni libre, sino que Cristo es el todo,
y en todos” (Col: 3: 11).
Como vemos al leer en estos tres pasajes
bíblicos, el común denominador que podemos entender en ellos, es que… “Nada de
lo que para el hombre religioso de su tiempo era importante”, Dígase ser… (Judío,
griego, esclavo, libre, hombre y mujer, circuncisión e incircuncisión, bárbaro
o escita), todo esto después de la cruz deja de serlo, para dar paso al que ¡Todo
lo llena en todo!, o sea al Espíritu… a Dios.
Así nos sea difícil de creer o de aceptar en
este mismo momento, lo que en un tiempo aclaró el apóstol Pablo a sus
discípulos, (el único que vive hoy en este mundo es Dios), y es Él el que se
manifiesta en, y a través nuestro. Esta verdad NO hay como negarla pues después
de la cruz, y más exactamente después del año 70 donde Su palabra fue cumplida
en su totalidad.
1) "Reunir todas las cosas en Cristo, en la
dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos,
como las que están en la tierra. (Efe: 1:10).
2) Luego que todas las cosas le estuvieron
sujetas, entonces también Él mismo en su manifestación Cristo, debía sujetarse a
la esencia que le sujetó a él todas las cosas, para ser de ahí en adelante, Dios
el todo, y en todos. (1Cor: 15:28).
Por eso es que compartimos sin temor a
equivocarnos que hoy… ¡Dios ES el todo y ES en todos! sin
acepción de personas. ¡Nosotros solo existimos!
El apóstol Pablo lo dijo a los suyos en su
tiempo… “En Él vivimos, y nos movemos, y Somos” (Hech: 17:28). En esta verdad caminamos todos,
de una manera consciente o inconsciente… pero NADIE está fuera de ella…
Quién en este tiempo, obviamente por
desconocimiento dice que “escoge” vivir en este mundo, tan solo en un lado de
la vida terrena en la que todos estamos inmersos, llámela (luz - tinieblas;
bueno - malo; correcto - incorrecto; etc), desconoce totalmente Su verdadera
identidad, y por ende desconoce también que somos seres integrales. Que no hay
dos lados opuestos en Dios, sino uno solo, pero con diferente manifestación, y
esta es... “perfecta y necesaria” para nuestro caminar en esta tierra de
bendición donde hemos nacido (Rom: 8: 28).
Por tal motivo debemos entender que tal y
como lo compartíamos en el tema anterior… “Nada de lo que sucede en Dios puede
ser llamado o considerarse un error o una equivocación, bueno o malo, etc; pues
caminamos conforme a Su soberanía.”
Estas palabras dichas por el apóstol Pablo a
los atenienses cuando se encontraba haciendo su exposición del Dios que ellos
no conocían según la inscripción que había en ese lugar, “Al Dios no conocido”,
pero que de alguna manera honraban al dejarle un sitio especial en el areópago,
deben tener el peso necesario para que podamos entender, que como “no a
cualquiera” le fue dada la revelación de conocer a Dios personalmente en Su
sabiduría, Su plan perfecto, Su propósito eterno, los misterios escondidos
desde los tiempos y las edades en Dios como a él, vale la pena entonces
tenerlas muy en cuenta.
Leamos estos ejemplos:
Pablo en cierta ocasión para aclarar a sus
discípulos parte de la sabiduría que le había sido dada respecto del “Cómo
había sido la línea de entrada del hombre a este mundo antes de la cruz, y como
se encontraba y entraba el hombre después de la cruz”, escribió así:
“Fue hecho el primer hombre Adán alma
viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante. Mas lo espiritual no es
primero, sino lo animal; luego lo espiritual. El primer hombre es de la tierra,
terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo. Cual el terrenal,
tales también los terrenales; y cual el celestial, tales también los
celestiales. Y dijo también a ellos… “así como hemos traído la imagen del
terrenal, traeremos también la imagen del celestial” (1Cor: 15:45-49).
Esto lo dijo para que ellos se pudieran
ubicar conforme al tiempo que a ellos les correspondía vivir y por ende la
línea de bendición, redención, justicia, libertad y vida en la que se movían,
así muchos todavía no lo entendieran… “En Dios vivían, se movían y eran.” Ya no
se podían ver en el hombre terrenal adán, porque ese había cumplido ya el
propósito y la función designada por Dios desde antes de los tiempos de los
siglos.
Recordemos entonces que “Nada sucede en este
mundo, sino es Su perfecta voluntad.” El profeta Jeremías en su tiempo escribió
respecto de esta verdad diciendo: “¿Quién será aquel que diga que sucedió algo
que el Señor no mandó? ¿De la boca del Altísimo no sale lo malo y lo bueno?”
(Lam: 3:37-38). Y es aquí que cuando leemos verdades tan trascendentales como
estas, nuestra mente natural manipulada por el ego no lo acepta, no lo cree, no
lo asimila. Por eso el apóstol de la revelación les dijo y les aclaró desde ese
tiempo a todos aquellos que no entendían, así:
“Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas
del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie
conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos
recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que
sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual también hablamos, no con palabras
enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando
lo espiritual a lo espiritual.
Pero el hombre natural no percibe las cosas
que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede
entender, porque se han de discernir espiritualmente. En cambio el espiritual
juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie. Porque ¿quién conoció la
mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo (1Cor:
2:11-16).
En esta vedad caminamos todos… "Dios ES el todo y Dios ES en todos" (1Cor:
15: 28).
Analicemos bien el significado de las
siguientes palabras en este texto que acabamos de citar, donde dice que "Dios
ES el todo y Dios ES en todos", así:
La palabra ES
= es una palabra que nos indica identidad. La identidad del Ser. Del Yo Soy. ES, es la segunda persona del verbo Ser… ejemplo: (Él
ES) refiriéndonos al Ser, al Yo Soy, al eterno… ¡Sin tiempo!
Ahora, la palabra Yo
Soy = nos señala o nos identifica al eterno - al único - al sin igual...
al que ES… el todo y en todos. Preguntémonos
entonces… ¿Que entendemos nosotros cuando leemos que Dios ES el todo y que Dios
ES en todos?
a) “Dios ES el todo”
Es todo que… ¿todo lo que vemos, pensamos,
sentimos y hacemos. etc.? …
b) ¿Qué todo es Dios?
Él ES todo lo suficiente, todo lo que llena,
todo lo que se expresa, todo lo imposible, lo inalcanzable, lo deseable… lo que
ES. “porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo
manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se
hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por
medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.” (Rom 1:19-20).
Dios ES el principio y ES el fin. Dios ES la
causa y el efecto. Dios ES la raíz, el tallo y las ramas. Dios ES el nacimiento
y la muerte. Dios ES el cimiento, el fundamento y es también el edificio. Dios
ES la fuente y también es lo seco. Dios ES la luz y las tinieblas… ¡Dios ES el
origen de todo, tanto de lo que vemos como de lo que no vemos, etc!
Entender verdades como estas, de seguro que NO
es de todos… pero lo que si debemos tener claro es que NO es nuestro querer el
poderlas entender y despertar en ellas, sino de Dios; pues como escribiera el
apóstol Pablo… “no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Él. (Rom: 9: 16). Y en esta parte si quiero apoyarme en estas
palabras sencillas que escribió el eterno (Edison) donde dice que:
“El origen” de este (todo) que vivimos, muchas veces lo vivimos sin conocer el terreno que transitamos, por eso que muchos terminamos presos de creencias que no son originales, que son copias, y muchas de esas copias, son copias de otras copias donde la originalidad ya no existe pues se ha venido perdiendo de tanto repetirlas... sin conciencia. Sin un entendimiento claro de las mismas.
Dice también que… “Entender el principio la fuente
y la procedencia del propósito de vida es una tarea personal, individual, para
que luego sea colectiva. Individual porque dentro nuestro está EL COMIENZO de
ese propósito de vida; lo hemos buscado por fuera, en formalismos, tradiciones,
diversos géneros de creer o lo que algunos llaman fe.”
Ejemplo:
Un tiempo creemos así, luego lo hacemos de
otra manera, la cual produce cambios de credos para estabilizar esa fe o ese
creer, que luego hay que cambiar; en otras palabras un círculo vicioso de
cambios de “fe”. Y nunca accedemos con el origen de nuestro propósito de vida.
Con todo, son solo los niveles de gloria que todos experimentamos, por decirlo
de alguna manera.
“En la vida ni se gana, ni se pierde; ni se fracasa,
ni se triunfa. En la vida se aprende, se crece, se descubre; se escribe, se
borra y se reescribe. Se hila, se deshila y se vuelve a hilar.”
Dios EL TODO, es nuestra fuente de
vida…
“La vida no es un problema a resolver, ni un
destino, sino la manifestación sin fin de la esencia misma de Dios que se despliega
en cada momento, en todo y en todos.” Por ese motivo fue que el apóstol Pablo al
entender esta tremenda gloria y bendición pudo expresar:
¡Oh profundidad de las riquezas de la
sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e
inescrutables sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién
fue su consejero? ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado?
Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por
los siglos. Amén (Rom: 11:33-36).
… ¿Quién
conoció la mente de Cristo dijo el apóstol Pablo, y quién sería le instruiría? ¿Quién
podrá enseñarle a Él como deben ser las cosas, o quien será el que tenga la
destreza, habilidad y conocimiento que pueda aclarar a todos como es que son
las cosas en Dios? … Solo Él mismo, por eso es el ÚNICO que vive y reina en
este mundo. ¡Nadie más…!
Él es la causa de este todo, un todo donde se
guarda la configuración más perfecta de este propósito. No busques en escritos
tu propósito, estarás tomando los propósitos de una audiencia que NADA tiene
que ver contigo, estarás haciendo consultas innecesarias… cuando el maestro
está en tu interior, este maestro es el que con sabiduría indecible, sabiduría
que no es de uso tradicional, es el que pone en tu pizarra mental la
configuración al descubierto del origen y propósito de tu vida. Por eso la
importancia de renovar nuestra manera de pensar, para poder comprobar esa
voluntad perfecta hecha ya, y establecida para nuestra bendición (Rom: 12: 2).
Debemos descansar en Dios cuando estemos
siendo instrumentos útiles al compartir parte de la Palabra a otras personas
que NO tienen la línea de conocimiento que hoy tenemos, porque Dios es bueno,
porque muchos… no nos entenderán porque NO tienen acceso a nuestra mente, disco
duro o pizarra. Ellos leen lo que está en sus pizarras mentales, que no es más
que pura tradición religiosa, y no se atreven a borrarla porque les dijeron que
nadie puede quitar, ni aumentar nada de
lo que está escrito. ¡Grave error!
Así les mantienen en esas aulas llamadas congregaciones,
sinagogas, templos, asambleas o iglesias con lo mismo. Lo mismo, y más de lo
mismo… es más, es una materia de hace más de dos mil años. Es a lo que yo le
llamo… “pasto pisado.” ¿Que empoderamiento, que base o que seguridad podemos
esperar tener de esto que ellos mismos desconocen? Ninguno. ¡BASTA YA!!!
Por eso el apóstol les escribió diciendo: “Por
tanto, DEJANDO YA los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la
perfección; no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras
muertas, de la fe en Dios, de la doctrina de bautismos, de la imposición de
manos, de la resurrección de los muertos y del juicio eterno… Y esto haremos,
si Dios en verdad lo permite. (Heb: 6: 1-3).
En conclusión:
Quiero compartir 3 puntos especiales que nos permitirán
afirmar un poco más esta verdad que hoy hemos compartido acerca del entender
que “Dios el todo, es nuestra fuente de vida” y por ende TODO lo que nos sucede
en este mundo de bendición nos ayuda para bien.
1) Se tú mismo… descubre tus
valores y vive desde la autenticidad, no intentes imitar a todo el mundo.
Imprime tu sello propio en cada una de tus acciones.
2) Acepta tu hoy… esto implica
aceptar las circunstancias actuales, vivir en el Aquí y en el Ahora. Los
cambios no son sencillos pero podemos utilizar la adversidad como un
aprendizaje, aceptando lo que hemos vivido para salir adelante. Lamentarnos de
lo que pasó en el pasado o mirar con miedo el futuro nos aleja del Aquí y del
Ahora que habitamos.
3) Soltemos la necesidad de control… el querer controlar
todo en nuestra vida nos lleva a estar siempre en tensión, enjaulados en
nuestra mente natural. “La ilusión de la seguridad nos resta libertad” ¡Abraza
la incertidumbre! (Harold Orejuela).
Y para terminar, de una vez por todas… ¡Renueva tu manera de pensar!!! (Rom: 12: 2).
La mejor opción es abandonar de una vez por
todas, tu “escuela religiosa, jardín infantil o gimnasio cristiano” en el que
te encuentras. Dios el TODO, es nuestra
fuente de vida.
¡Él vive y lo hace a través tuyo, mío, en
todo y en todos!
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