Así está
escrito: “Cuando cristo vuestra vida se manifieste, entonces seréis
manifestados con Él en gloria.” (Col: 3:4). “Conoce la verdad pues solo ella te hace libre” (Jn: 8:32).
Miremos más allá de la letra y vamos
siempre más allá de las palabras…
Como bien
sabemos… “En Dios, nadie enseña a nadie” (Heb: 8:11), pues en este tiempo en el que vivimos, es Él mismo
por Su espíritu, quien nos guía a toda verdad (Juan: 16:13ª).
Hoy quiero
compartir con Uds la reflexión de un varón de Dios, que aunque no profesa
religiones, ni credos; si tiene bien claro que hay verdades del Señor, que solo
se pueden experimentar de una manera personal, y que llegarán en el momento
preciso en que la perfecta voluntad de Dios lo haya determinado. ( Hech: 16:14).
Despertando
a la verdad que somos:
<< Una noche, no mucho después de
cumplir veintinueve años, me desperté de madrugada con un sentimiento de
absoluto terror. Había despertado con ese sentimiento muchas veces antes, pero
esta vez era más intenso que nunca. El silencio de la noche, los contornos
vagos de los muebles en la habitación oscura, el ruido distante de un tren,
todo parecía tan ajeno, tan hostil y tan absolutamente sin sentido que creó en
mí un profundo aborrecimiento del mundo. Lo más odioso de todo, sin embargo,
era mi propia existencia. ¿Qué sentido tenía continuar viviendo con esta carga
de desdicha? ¿Por qué seguir con esta lucha continua? Podía sentir un profundo
anhelo de aniquilación, de inexistencia, que se estaba volviendo mucho más fuerte
que el deseo instintivo de continuar viviendo.
"No
puedo seguir viviendo conmigo mismo". Este era el pensamiento que se
repetía continuamente en mi mente. Entonces súbitamente me hice consciente de
cuán peculiar era este pensamiento. "¿Soy uno o dos? Si no puedo vivir
conmigo mismo, debe haber dos: el “yo” y el “mí mismo”; con el que “yo” no
puedo vivir". "Quizá", pensé, "sólo
uno de los dos es verdad".
Esta extraña
revelación me aturdió tanto que mi mente se detuvo. Estaba completamente
consciente, pero no había más pensamientos. Después me sentí arrastrado hacia
lo que parecía un vórtice de energía. Al principio era un movimiento lento y
después se aceleró. Me sobrecogió un intenso temor y mi cuerpo empezó a
temblar. Oí las palabras "no te resistas a
nada" como si fueran pronunciadas dentro de mi pecho. Sentía como
si me arrastrara a un vacío. Sentía que el vacío estaba dentro de mí en lugar
de afuera. De repente, ya no sentí más miedo y me dejé caer en aquel vacío. No
recuerdo lo que pasó después. >>
Meditemos
por el Espíritu: “Solo cuando abrimos los ojos por
dentro, nos damos cuenta que la realidad es un espejismo”… Que nosotros somos el lienzo, las
pinturas y el artista; que somos el
fondo y no la forma. Deshagámonos de nuestro personaje para que podamos vivir
“El Ser” que somos.
Ver y meditar en estos
videos:
2) “¿Quién soy yo?” http://www.youtube.com/watch?v=r9DO76YyRdE
Desde mucho
tiempo atrás hemos venido escuchando, que el hombre antes de la cruz estuvo separado de Dios. Y sabemos que la causa de esta
separación fue el pecado de Adán; por lo que le fue necesario a Dios mismo
tomar un cuerpo de carne y venir al mundo, cumpliendo así en él, un ministerio
especial de restauración y salvación, que le devolvería al hombre la
libertad y la comunión con Dios.
Según el
cristianismo… Él,
a lo suyo vino y lo cumplió (Juan: 1:11). Vino a los suyos como el camino, la
verdad y la vida y no lo aceptaron (Juan: 14:6). Estuvo
CON el hombre durante 33 años y
medio “comiendo, bebiendo, durmiendo y
viviendo”… Sus discípulos oyeron de sus labios la promesa de que “ya no estaría más con
ellos”, sino que vendría otra vez, y estaría EN ellos,
y no se dieron por apercibidos (Juan: 16:7-8;
7:39). Lo que quiere decir, que el Señor en estos tiempos, NO ESTÁ CON nosotros, NI ESTÁ
EN, sino que ES, EN nosotros…
Hoy después
de haber pasado ya 21 siglos del cumplimiento
de la obra del Señor en la cruz, el
mundo todavía no ha entendido esta verdad, ¡Todo está consumado! (Juan: 19:30).
Y que de la misma manera como Él era Dios antes de la cruz, hoy sigue ¡Siendo Él mismo! … Y por Su espíritu es el que se manifiesta en nuestro
cuerpo mortal… De ahí las palabras del
apóstol Pablo cuando dijo: “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los
siglos.” (Heb: 13:8). No hay más que Dios en este mundo (Deut: 32:39), es Él,
quién lo llena todo, en todo. (Efe: 1:23).
Él, es Dios
desde antes de los tiempos de los siglos (Juan: 1: 1-3), fue Dios antes de la cruz (Juan: 1: 14; 1: 11;
17:5) y es Dios mismo después de la
cruz; y Su propósito es seguir “Siendo Él”, pero hoy a través de cada uno de
nosotros, como el UNO que somos, pues en Dios, ¡TODOS somos UNO! (Gál: 3:28).
Recordemos
que en días pasados entendíamos que el
propósito del Señor “Conforme a Su voluntad” era , el de ser Él, “el todo y en
todos” (1Cor: 15:28), pero que al hombre que estaba siendo guiado según su
pensamiento, el sistema, el tiempo, la cultura, la religión, la moral, la
formación académica o espiritual recibida hasta ese momento; ese propósito, por
decirlo de alguna manera, le es todavía “Irracional, malo, hereje, blasfemo,
anatema o locura”, porque para él, todavía tiene fuerza la creencia de que (Dios
es tripartito, y no UNO); por no haber sido despertado en ese conocimiento
o entendimiento espiritual que solo lo puede
dar Dios mismo; pues entender esta
verdad, “No depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios” (Rom: 9:
16).
Leamos
este ejemplo respecto del entender el
propósito y la sabiduría de Dios:
El Rey David
dijo en alguna ocasión, “Tan torpe era yo, que no entendía; era como una bestia
delante de ti.” (Sal: 73:22), o como le sucedió a Nicodemo en su tiempo cuando
se encontró personalmente con el Señor de la vida, el maestro de maestros, y con todo y eso, también le fue difícil
entender la sabiduría celestial del “Nacer de nuevo”, para poder gozarse
en Su perfecta voluntad; por lo que el Señor no le pudo hablar más, que lo
terrenal, diciendo:
“¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto? De cierto, de
cierto te digo, que lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no
recibís nuestro testimonio. Si les he dicho cosas terrenales, y no creen, ¿cómo
creerán si les dijere las celestiales?” (Juan: 3: 10-12).
Por eso antes de
hablar, de refutar y de juzgar las cosas
de Dios, así sea con buena intención pero sin el conocimiento; es mejor oír, para poder
seguir Su perfecta voluntad (Juan: 10:27), pues como está escrito: “en parte
conocemos y solo en parte podemos hablar” (1Cor: 13: 9ª). Porque “si alguno se
imagina que sabe algo, aún no sabe nada como debe saberlo.” (1Cor: 8:2).
Claro está
que todo esto sucedió en ese tiempo para que se cumpliera la profecía de Isaías
cuando dijo: “De oído oiréis, y no entenderéis; y viendo veréis, y no
percibiréis.” (Mat: 13: 14) (Hech: 28:25-27). E igual sucede hoy en día cuando
se comparten ciertas verdades de Dios y
no son bien recibidas, cuando se ha venido siendo adiestrado por “Ciegos, guías
de ciegos” (Luc: 6:39). Hoy de Dios,
estamos oyendo ¡LAS COSAS CELESTIALES! Esas “Cosas que ojo no vió, ni oído oyó, ni
han subido en corazón de hombre”. Estas son las cosas que en el mundo religioso,
cualquiera sea la denominación… ¡No se aceptan!
Por ese
motivo dijo el apóstol Pablo: hablamos sabiduría entre los que hemos alcanzado Madurez… Y sabiduría no de este siglo, ni de los
príncipes de este siglo, que perecen. Hablamos sabiduría de Dios en misterio,
la sabiduría oculta, la cual Dios predestinó antes de los siglos para nuestra
gloria (1Cor: 2:6-7).
Mis
hermanos, es Dios quien en Su sabiduría,
nos permite llegar al conocimiento de Su verdad; a la M
de madurez, y es Él mismo quien nos lleva de ¡Gloria en Gloria! , paso a
paso hasta alcanzar la Z”… Jesús dijo: “Bienaventurados
vuestros ojos, porque ven; y vuestros
oídos, porque oyen.” Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que veis, y no lo
vieron; y oír lo que oís, y no lo oyeron. (Mat: 13:16-17).
¡No somos lo que creemos
que somos!
Vivir en
este mundo ¡Siendo Él! … Es lo celestial que fue
reservado para nosotros en este tiempo… “pues como él es, así somos nosotros en
este mundo.” (1Jn: 4:17b). Y seremos ejercitados
en esta verdad, de todas las formas y maneras posibles, hasta que vivamos la
vida que tenemos de Dios, ¡Siendo Él! en
conciencia, conforme su voluntad celestial, tal y como fue escrito: “Cuando
Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis
manifestados con él en gloria.” (Col: 3:4).
Pero si seguimos dando más valor, solo a lo
terrenal y temporal en nosotros, y no
nos identificamos desde nuestra verdadera esencia “Espíritu”, que es Dios
mismo, la misma mente (Cristo) quién es ¡El verdadero pensador! … No lograremos
entenderlo nunca; como le sucedió a
Nicodemo.
¿Cuándo
damos más valor a lo terrenal y temporal, que a lo espiritual en nosotros? Cuando en nuestro diario vivir
tiene más importancia lo que vemos con los ojos naturales, (el error, la falta,
la debilidad, la cojera, el punto negro, la paja en ojo del hermano, etc).
Ej:
la fornicación, el adulterio, la impureza, las pasiones desordenadas, los malos
deseos, los vicios, la avaricia, la idolatría, la ira, el enojo, la malicia, la
blasfemia, las palabras deshonestas, la mentira, etc. que la vida de Dios, que
es, en cada uno de nosotros. Y para aclaración de los “Niños espirituales”, no
estoy diciendo que está bien visto practicar todo esto, pues no ha de faltar el
que ya lo esté pensando. ¡Todo nos es lícito, pero no todo conviene; todo nos es
lícito, pero no todo edifica! (1Cor:
10:23).
- En nosotros está el hacer morir todo lo terrenal que haya en cada uno, (Col: 3:5-9) “sin juzgar a nadie”, para vivir en este mundo disfrutando de Su propósito… ¡Siendo Él!; en todo lo que hagamos. Porque mientras vivamos en un cuerpo natural, los problemas, las dificultades, las circunstancias adversas, etc. siempre serán el ejercicio de la fidelidad de Dios para con nosotros, hasta que disfrutemos en la vida ¡Siendo Él! … Viviendo en este mundo, cómo es Él, venciendo en cada situación que se nos presenta, pues todo está bajo su control y señorío.
- Mi hermano… “Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará Cristo.” (Efe: 5:14).
Oramos en
Dios, para que el Señor alumbre los ojos del entendimiento de muchos (Efe: 1:15-23).
Y entiendan que… Tenemos en Dios, “Poder, amor y dominio propio.” (2Tim: 1:6-7), para
vivir ¡Siendo
Él! … Y que ¡Nada nos sea
imposible! (Fil: 4:13).
Entendíamos también que ese propósito de (Ser Él, el todo y en todos) fue hecho YA en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, (La cruz) donde se dijo… “Consumado es” (Juan: 19:30). ¡Todas las cosas ya fueron reunidas en Cristo! a fin de que el hombre fuera para alabanza de la gloria de su gracia. Las hizo Él mismo, según el designio de su voluntad, según su beneplácito; e hizo sobreabundar en el hombre toda sabiduría e inteligencia espiritual, para que ahora en este tiempo, nos sea fácil entender ¡LO CELESTIAL! De Dios… (Efe: 1: 8-12).
A.- Cristo es el que vive y no nosotros…
Entender esta verdad y saber que después de la cruz el único que vive es Él y no nosotros, es lo que necesitamos para que vivir en este mundo ¡Siendo Él! en todo. Pues entender esta sabiduría y vivir en ella, “fue Su propósito, desde el principio” (Él el todo y en todos) (Col: 3:11), para que no hagamos diferencia alguna entre nuestros hermanos y para que le demos a cada uno de ellos, el trato especial que se merecen, por ser la misma gloria de Dios ya manifestada; pues en Dios… “No hay acepción de personas” (Hech: 10:34).
Meditemos… Si es Él el todo y en todos, y no somos nosotros; entonces es Él, el que debe pensar, es Él, el que debe hablar y es Él, el que debe actuar. Así el resultado de todas cosas que vivíamos como experiencia terrenal, será el mejor. Ya sea en nuestro hogar, el empleo, en la obra de nuestras manos, en nuestros estudios, en el don o talento que hayamos recibido, en nuestra relación de pareja, con nuestros hijos, con nuestros familiares, con nuestros amigos, en fin, con nuestro prójimo en general, etc. porque TODO lo que vivamos, así nos disguste, o no nos parezca, nos ayuda para bien… (Rom: 8: 28).
Preguntémonos de todo corazón: si decimos que entendemos que es Él, el todo y en todos, y es Él, el que hace todas las cosas en nosotros (Heb: 13:21), ¿Por qué las hacemos nosotros? si nosotros no somos… ¡Si el que vive es Cristo!
“Es a Dios mismo a quien debemos ver en el herman@”, sin importar los errores, las faltas, las debilidades o las flaquezas que pueda tener; y por ende, él también lo verá en nosotros.
a) Transformemos nuestra manera de pensar, para que podamos comprobar
esa buena voluntad de Dios, la cual es agradable y perfecta (Rom: 12:2). Esa
que no exige esfuerzos, ni reconocimientos, ni obras, y mucho menos
sacrificios. “De igual manera lo debemos vivir nosotros; sin recriminaciones,
ni juicios, ni envidias, ni hipocresías.”
b) No hagamos las cosas al ojo, o para mostrar que vivimos a Dios,
cuando la verdad es que en nuestro corazón no hay sinceridad, o cuando apenas
estamos despertando a esta verdad de vernos todos en nuestra verdadera
identidad, ¡Siendo Él! … “Porque el Señor que
está en el secreto; y sabe que es lo que hay en lo secreto; te recompensará en público.
c) Que la luz que hay en nosotros, no sean tinieblas… (Mat: 6:18-23).
d) Renovemos el espíritu de nuestra mente, para que el que se vea
actuar, sea solo Él, y no nosotros (Efe:
4:23).
B.- Seamos sabios y entendidos…
No podemos cerrar los ojos y pensar que por haber despertado a esta palabra, de “La vida de Dios en mí”, no vamos a vivir lo mismo que todos nuestros hermanos en el mundo, no. Situaciones difíciles, circunstancias adversas vamos a tener, y se van a presentar mientras estemos en el cuerpo, pero es Dios nuestra resistencia. Ej: está escrito que debemos resistir firmes en lo que creemos, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en nuestros hermanos en todo el mundo. Y el Dios de toda gracia, después de haber sido ejercitados un poco de tiempo, él mismo es quien nos perfecciona, afirma, fortalece y establece, en esta verdad… (1Ped: 5:9-10).
Entendemos entonces que esos momentos críticos serán solo los peldaños que debemos pisar para seguir disfrutando de ver cómo crece Él, por el conocimiento que cada día nos es alumbrado; cómo el Señor da un paso adelante, como madura y vive a través nuestro… ¡Esa es nuestra gloria! (Jer:9: 24).
Se
Él y no tú…
Ejemplo: en
la película “El Rey león” Ver: https://www.youtube.com/watch?v=t3aolG32wv4
Como Él tiene muchas formas de manifestar su sabiduría (La Multiforme sabiduría de Dios), veamos que en esta
película, se puede ver una buena representación de nuestra verdadera identidad celestial,
y como las circunstancias que vivimos, nos llevan a tomar decisiones que
nos permitirán en el camino valorar como el Señor actúa en cada uno de nosotros
en particular. Y hay una palabra en
especial que quiero resaltar, y que debe ser nuestro despertar, a “Ser, lo que desde siempre hemos sido”… y es, ¡TOMA TU LUGAR EN EL CICLO DE LA VIDA!
Meditemos:
Desde antes de los tiempos de los siglos en el plano celestial; el mismo Señor (Cristo), el creador de todas las cosas, escogió conforme a Su propósito, de su primera creación que son “Los ángeles”, el ejército celestial; a unos para ser llamados vasos de misericordia y a otros vasos de ira (Rom: 9: 21-24). A unos para salvación y a otros para condenación. De estos… Unos fueron llamados hijos de Dios, vasos de honra, ovejas y trigo; los otros fueron llamados hijos del diablo, vasos de deshonra, lobos y cizaña.
Todos estos ángeles tomaron cuerpo antes de la cruz y vinieron al mundo a cumplir el propósito para el cual el Señor los había enviado, donde fueron separados de su identidad celestial por causa del pecado de Adán; el cual produjo la llamada muerte celestial o separación de Dios. (Rom: 5:17-19).
Para poder vivir la verdad de esta palabra, lo primero que debemos tener bien en cuenta es lo siguiente…
Que
entendamos que “Después de la cruz”… ¡El único que vive
es Cristo y no el hombre! … De ahí el por qué cuando el apóstol Pablo entendió por el
Espíritu Santo esta verdad, exclamó diciendo: “Ya no vivo yo, más vive Cristo
en mí.” (Gál: 2:20). Y dijo a sus
discípulos de Colosas: “Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces
también vosotros seremos manifestados con Él en gloria. (Col: 3: 4).
C.- Fuimos escogidos “para ser Él” en este tiempo; en todo lo que (Pensemos, digamos y hagamos), por el conocimiento… Tengamos bien presente en estos momentos, que fuimos escogidos por Dios para vivir el tiempo que nos resta en el cuerpo, no conforme a nuestras concupiscencias, ni a las tradiciones, ni a las costumbres de los hombres, ni a la religión, sino conforme a la voluntad de Dios. (1Ped: 4:2). ¡Siendo Él!, la misma imagen del Dios invisible… (Col: 1:15).
Reflexionemos en las palabra de Jesús, cuando dijo: ¡Mis ovejas OYEN mi voz! … y entendamos que las ovejas “No hablan” no refutan, no critican, no condenan, no sugieren, no juzgan. “Solo creen y siguen” (Juan: 10:26-27). Tengamos presente que “Nosotros no somos el vaso de barro, ni el cuerpo natural que se ve, sino el Espíritu que no se ve.” (2Cor: 4:18). Nuestra verdadera identidad no es la cédula, sino Cristo… Somos “Sobre Naturales”… “No miremos entonces lo que se ve, sino lo que no se ve; pues lo que se ve es temporal, pero lo que no se ve es eterno.”
D.- Vivir en Espíritu y en Verdad, es vivir… ¡Siendo Él! …
En (Juan: 4: 3-30) dice que Jesús salió de Judea, y se fue a Galilea porque le era necesario pasar por Samaria, ya que en ese lugar había una mujer que entendería estas palabras de ver más allá de lo visible, más allá del cuerpo… “Más allá de la tradición, de la religión y de adorar a Dios en un monte.”
Y cuando le entendió a Jesús las palabras que él le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis lo que no sabéis; nosotros adoramos lo que sabemos… Más la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren. ¡Esta es la hora!
Y le entendió al Señor cuando ella le dijo: Sé que ha de venir el Mesías, llamado el Cristo; cuando él venga nos declarará todas las cosas. Y cuando Jesús le dijo: “Yo soy, el que habla contigo.” Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres: Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo cuanto he hecho. ¿No será éste el Cristo? Entonces salieron de la ciudad, y vinieron a él.
¡Creámosle al Señor Sus palabras!
Que se note en nosotros que somos diferentes; que las circunstancias naturales no nos controlen; que los malos pensamientos que en muchas ocasiones nos llevan a experimentar, celos, iras, contiendas, disensiones y demás, no sean los que nos dirijan.
Que nunca más tengamos que echarle la culpa al llamado stress, o a las bajas y subidas de tensión en nuestro cuerpo y decir que todo está bien, solo por decirlo, por no salirnos de nuestra buena confesión, sino que nos gocemos en TODO cuanto experimentemos, teniendo la plena seguridad de que Su palabra es verdad en nosotros… (Prov: 3:1-35).
Dios es en nosotros diciéndonos en todo momento como lo dijo a la mujer samaritana, como debe ser nuestro pensar, nuestro hablar, y nuestro proceder, pero… ¿Qué actitúd estamos tomando ante estas palabras del Señor a nuestro corazón? Está escrito: en esto se ha perfeccionado el amor de Dios en nosotros, para que tengamos confianza; pues ¡Como él es, así somos nosotros! en este mundo (1Jn: 4:17).
E.- Todos somos UNO… (Él). Su propósito ya fue cumplido… “Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.” (Gál: 3: 28). Hoy entendemos que nuestra vida en este mundo la debemos vivir de ahora en adelante, ¡Siendo Él; y con este conocimiento que tenemos, que el que vive es Él y no nosotros… “Nada nos será imposible” (Fil: 4: 13).
Esta es la verdadera “Sana Doctrina” de la cual muchos hablan sin conocimiento; la de CREERLE A ÉL, lo que “Dijo e hizo en la cruz”; no la de cumplimiento de ritos, ceremonias, tradiciones y costumbres dadas en una ley que ya fue abolida (Efe: 2:15); o en su defecto, en políticas congregacionales que no son más que mandamientos de hombres. (Mat: 15:7-9). “Porque hay aún muchos contumaces, habladores de vanidades y engañadores, mayormente los de la circuncisión, a los cuales es preciso tapar la boca; que trastornan casas enteras, enseñando por ganancia deshonesta lo que no conviene.” (Tito: 1:10-14).
- Un buen ejemplo de esto lo tenemos la vida de “Saulo de Tarso” quien defendió la Ley de Moisés con la que fue levantado a los pies de Gamaliel, al punto en el que participó de la persecución, tortura y la muerte de muchos de los seguidores de Jesús, por la ceguera espiritual que tenía; y al que después seguiría como su Señor, entregando hasta su propia vida… A éste escogió el Señor Jesucristo a predicar la Gracia de Dios, la cual le había sido revelada en el tercer cielo (Efe: 3:1-11). Fue Dios mismo quien le dio el entendimiento necesario y le quitó la Ley que él defendía en su religión (Efe: 2: 15).
F.- ¿Cómo
es Dios?
Santo,
puro, limpio, perfecto, poderoso, todo amor… ¡ÚNICO! … Y así mismo SOMOS
nosotros… Así nos debemos ver, como lo
escribió el apóstol Juan en su primera epístola, cuando dijo: el amor de Dios se
ha perfeccionado en nosotros, para que tengamos confianza; pues como él es, así somos nosotros en este mundo. (1Jn:
4:17). ¡Es Su misma presencia a través
nuestro la que está obrando!
Recordemos que la Presencia es la misma conciencia hecha presente en todos sin excepción… Y que la Conciencia es la misma presencia de Dios… ¡Es Dios mismo manifestándose! Lo que quiere decir que “La presencia es el mismo Ser, Dios, Espíritu, Vida”
La conciencia toma el disfraz de las formas en “presencia”, hasta que estas alcanzan tal complejidad que se pierde completamente en ellas. En los seres humanos actuales, la conciencia está completamente identificada con su disfraz. Sólo se conoce a sí misma como forma y por lo tanto vive en el temor de la aniquilación de su forma física o psicológica, hasta que es despertada por la verdad de la palabra como fue dicho por el apóstol Pablo a los efesios después de la cruz, diciendo: “En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa. (Efe 1:13).
En
conclusión:
Dios, el UNO,
es la esencia de todo lo que siempre ha sido y siempre será. Es eternamente
presente en un estado manifiesto de unidad y perfección, totalmente más allá de
lo que la mente humana pueda nunca imaginar o comprender. Dios sigue siendo Él,
en nosotros; a través de nosotros, por nosotros y… a pesar de nosotros.
A Dios nada ni nadie le impide ser Él, por encima de todo y mucho menos nuestro creer o nuestro aceptar. Somos nosotros los que debemos descansar y gozarnos en esta verdad de vivir… ¡Siendo Él!
Cuando despertamos a esta verdad de vivir el tiempo que nos resta en este mundo, Siendo Él… no pensaríamos, hablaríamos o actuaríamos de cierta manera que no glorifica en nada la identidad que somos. Él es Santo, no santurrón; es justo, no justiciero, es sabio, no sabiondo, es poderoso, es bueno, no se hace el bueno, es perfecto, es único. Y ¡así mismo somos nosotros!
“No sea, pues, vituperado vuestro bien; porque el reino de Dios es justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. Porque el que en esto sirve, agrada a Dios y es aprobado por los hombres” (Rom: 14:16-18).
Oración:
Damos gracias al Señor por Su amor, ese amor que cada día se despierta en nosotros y en todos los santos en el mundo entero. Confesamos según la palabra, que el Señor, el Padre de gloria, despierta hoy en cada uno de nosotros, espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él. Que los ojos de nuestro entendimiento son alumbrados más y más, para vivir esta verdad de (Ser Él), pues a esto fuimos llamados, a ver también las riquezas de Su gloria de su herencia en los santos, y la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza… (Efe: 1:15-19).
Somos Su bendición, Su gloria, Su imagen, Su reflejo, Su esencia y Su misma vida… ¡Somos Él en este mundo!