Tal y conforme está escrito: “Cristo es la
plenitud de Dios, es el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su
sustancia, y es quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder… (Heb:
1:3).” Sant@s en Dios… Él es quien lo llena todo, en todo!
Todas las
cosas están puestas en Él y todo lo que sucede está bajo su poder y señorío.
Nada en este mundo puede estar fuera de Su propósito. “Para que se sepa desde
el nacimiento del sol, y hasta donde se pone, que no hay más que yo; yo el
Señor, y ninguno más que yo, que formo la luz y creo las tinieblas, que hago la
paz y creo la adversidad. Yo el Señor soy el que hago todo esto (Isa: 45:6-7). Él
es el todo y Él es en todos (Col: 3: 11).
Hablando de
esta verdad a la que todos debemos despertar y entender respecto del Dios que
todo lo llena en todo… En el libro de Jeremías fue escrito de parte de Dios por
el profeta, y para que se entienda esta tremenda verdad, dijo de la siguiente
manera: “¿Soy yo Dios de cerca solamente, dice el Señor, y no Dios desde muy
lejos? ¿Se ocultará alguno, dice el Señor, en escondrijos que yo no lo vea? ¿No
lleno yo, dice el Señor, el cielo y la tierra?” (Jer: 23: 23-24). ¡No hay nadie
más en este mundo que pueda llenarlo todo.
En verdad
que vale la pena meditar en estas palabras escritas por el profeta Jeremías,
porque de seguro nos darán mucha claridad respecto de la misma esencia de Dios,
de esa plenitud eterna del Dios que ES en todo lugar. Del Dios que conoce todo
de nosotros, en nosotros y a través de nosotros. Del Dios que todo lo sabe y
todo lo ve. ¡Del Dios que vive… a través nuestro! Y del que NADA de lo que
pensemos, digamos y hagamos le puede quedar oculto.
Lo que nos
permite entender esta verdad es que TODO lo que vivimos en este mundo como
experiencia terrenal, fuera de ser llamado “bueno o malo, conveniente o no; que
se deba o no se deba hacer; que me parezca o no, me guste o no; sea correcto o
no, etc. Nos reafirma esa verdad plena de que en Dios TODO lo que vivimos,
pensemos, digamos y hagamos nos es necesario y perfecto para nuestra formación
y crecimiento en Su palabra.
1) “Porque
en él vivimos, y nos movemos, y somos” (Hech: 17:28ª) y…
2) “Porque en
Dios, todas las cosas nos ayudan a bien…” (Rom: 8:28).
Leamos el
siguiente ejemplo:
Si alguien
tenía bien clara esta verdad respecto del Dios que todo lo llena en todo era el rey David, quien en cierta ocasión
escribió en el libro de los Salmos lo siguiente; aunque cuando lo escribió dejó
bien sentado el precedente de que su mente o su manera de pensar se quedaba muy
cortas delante de la grandeza y pensamientos de Dios, diciendo: Señor… ¡Tal conocimiento es demasiado maravilloso para mí; alto es,
no lo puedo comprender! (Salmos: 139:1-18).
¿Qué era eso
maravilloso, alto, y que no podía comprender el salmista?
1) Que el Señor
conociera TODO de él. Por lo que expresó así diciendo:
“Oh Señor, tú me has examinado y conocido. Tú
has conocido mi sentarme y mi levantarme; has entendido desde lejos mis
pensamientos. Has escudriñado mi andar y mi reposo, y todos mis caminos te son
conocidos. Pues aún no está la palabra en mi lengua, y he aquí, oh Señor, tú la
sabes toda. Detrás y delante me rodeaste, y sobre mí pusiste tu mano.”
Por tal motivo decía que ese conocimiento era
demasiado maravilloso para él; que era muy alto y que en verdad no lo podía
comprender. De la misma manera que el salmista, también el profeta Isaías dijo
al respecto: “Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos
más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros
pensamientos.” (Isa: 55: 9).
Por eso el salmista en su pensamiento natural
se preguntaba, como nos hemos preguntado también nosotros…
2) ¿A dónde me
iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos,
allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. Si
tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, aun allí me guiará
tu mano, y me asirá tu diestra. Si dijere: Ciertamente las tinieblas me
encubrirán; aun la noche resplandecerá alrededor de mí. Aun las tinieblas no
encubren de ti, y la noche resplandece como el día; lo mismo te son las
tinieblas que la luz.
Pero al fin entendió lo que sucedía, de modo
que no había nada más que hacer delante de Dios que glorificar Su nombre y
reconocer Su grandeza, diciendo:
3) Porque tú
formaste mis entrañas; tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré;
porque formidables, maravillosas son tus obras; estoy maravillado, y mi alma lo
sabe muy bien. No fue encubierto de ti mi cuerpo, bien que en oculto fui
formado, y entretejido en lo más profundo de la tierra. Mi embrión vieron tus
ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego
formadas, sin faltar una de ellas. ¡Cuán preciosos me son, oh Dios, tus
pensamientos! ¡Cuán grande es la suma de ellos! Si los enumero, se multiplican
más que la arena; despierto, y aún estoy contigo.”
Sant@s y
etern@s en Dios ¿Cuál es nuestro entendimiento respecto de esta verdad que está
en tu Espíritu y que por más que queramos no lo podemos negar?
Desde
siempre el hombre ha necesitado y necesitará de la sabiduría de Dios para
comprender y entender Su palabra, para asimilarla al punto de que todo lo que
piense, diga y haga mientras se encuentra en este mundo viviendo su experiencia
terrenal, no lo lleve a juzgarse y mucho menos a juzgar a nadie por las cosas
que están puestas de parte de Dios para ser vividas…
De ahí la oración
que hizo el apóstol Pablo en Éfeso por sus discípulos, cuando escribió así:
Que el Dios
eterno nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, les dé espíritu de
sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, que alumbre los ojos del entendimiento,
para que sepan cuál es la esperanza a la que él los ha llamado, y cuáles son las
riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál es la supereminente
grandeza de su poder para con los que creemos en la operación del poder de su fuerza,
la cual operó en Cristo habiendo resucitado de los muertos, habiéndose sentado en
su máximo poder en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y
poder y señorío, sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino eternamente;
habiendo sometido todas las cosas bajo sus pies, y habiéndolo dado por cabeza
sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel
que todo lo llena en todo (Efe: 1: 17-23).
Después de
haber leído esta oración dicha por el apóstol podemos entender que… Llenarlo
todo como la palabra lo dice, aparentemente es fácil de entender, pero
ahondando un poco más en la palabra, llenarlo TODO es no dejar espacio alguno
para nada, ni por dentro y mucho menos por fuera, hablando obviamente en lo que
nosotros decimos que conocemos…
Si pensamos
en algo natural que cumpla este requisito de poder “llenarlo todo en todo”, nos
sería imposible encontrarlo; lo que quiere decir que si no es algo natural el
que pueda llenar este requisito, obviamente debe ser algo o alguien
sobrenatural; y ese no podría ser otro más que la esencia misma de la vida en
todas sus manifestaciones, o sea El Espíritu – Cristo el cual es al que se
refiere el apóstol en su oración. Pues Él es la imagen misma de Su sustancia,
es el único que todo lo llena TODO en TODO.
En Él nada
es imposible, sino que en Él ¡Todo es posible! (Luc: 1:37). De ahí que Pablo
dijera en cierta ocasión entendiendo la magnitud de esta verdad… “Todo lo puedo
en Cristo que me fortalece” (Fil: 4:13) y de la misma forma esta verdad debe
despertar en cada uno de nosotros, porque si Él es nuestra vida misma, tampoco
a nosotros nada nos es imposible, pues Él es el todo y en Él todos somos UNO...
¡Él! (Col: 3: 3: 11) (Gál: 3: 28).
Es compartir del Dios no conocido, igual que
lo hizo el apóstol Pablo en el libro de los (Hech: 17:16-29) mientras esperaba a
unos de sus discípulos en Atenas, habló acerca de esta verdad. Y dice que su
espíritu se enardecía viendo esa ciudad entregada a la idolatría, porque estaban
totalmente ciegos al creador de todas las cosas, al Dios que “Todo lo llena en
todo”; así según ellos de alguna manera creyeran en él.
Y discutía en la sinagoga con algunos judíos
y piadosos que concurrían a la plaza cada día. Algunos filósofos de los epicúreos y de los estoicos que disputaban con
él; decían: ¿Qué querrá decir este palabrero? Y otros decían: Parece que es
predicador de nuevos dioses; porque les predicaba el evangelio de Jesús, y de
la resurrección.
Dice que le tomaron y le trajeron al Areópago
y le preguntaron diciendo: ¿Podremos saber qué es esta nueva enseñanza de que
hablas? Pues traes a nuestros oídos cosas extrañas. Queremos, pues, saber qué
quiere decir esto. (Porque todos los atenienses y los extranjeros residentes allí,
en ninguna otra cosa se interesaban sino en decir o en oír algo nuevo).
No hay necesidad de contender con nadie
acerca del creer que tienen de Dios, porque no estamos para eso. Solo
compartimos, anunciamos y aclaramos dichas verdades y si está en Dios que la
gente despierte y entienda, la gloria es de Dios. (Efe: 3: 8-10).
Entonces Pablo puesto en pie en medio del
Areópago, les dijo: Varones atenienses, en todo observo que sois muy
religiosos; porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé también un
altar en el cual estaba esta inscripción: AL DIOS NO CONOCIDO. Al que vosotros
adoráis, pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio. El Dios que hizo el
mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, que
no habita en templos hechos por manos humanas, ni es honrado por manos de
hombres, como si necesitase de algo; es él quien da a todos vida y aliento y
todas las cosas. Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para
que habiten sobre toda la faz de la tierra.
Él les ha prefijado el orden de los tiempos,
y los límites de su habitación; para que busquen a Dios, si en alguna manera,
palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de
nosotros. Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos;
como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje
suyo somos. Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad
sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de
hombres.
Así
fue escrito por el apóstol Pablo a sus discípulos en Éfeso, para que fueran
despertados por Dios a esta verdad que HOY TODOS debemos saber. “Que el Dios y
Padre de toda gloria, en ese tiempo les diera a ellos espíritu de sabiduría y
de revelación en el conocimiento de Él.” “Que les alumbrara los ojos de su
entendimiento para que ellos supieran cuál era esa esperanza a la que Él los había
llamado.
a) Cuáles eran las riquezas de la gloria de su
herencia en los santos.
b) Cuál era la supereminente grandeza de su
poder para con ellos y para nosotros los que creemos en la operación del poder
de su fuerza, esa que operó en Jesús, resucitándole de los muertos y sentándole
en lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y
sobre todo nombre que se nombra, no sólo en ese siglo, sino también en éste, al
que ellos llamaban (el venidero); habiendo sometido todas las cosas bajo sus
pies, y habiendo puesto por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual era
su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo (Efe: 1:17-23).
En conclusión:
Si hemos sido cuidadosos en la lectura que
hicimos respecto del porqué el (DIOS – UNO) es quien lo llena todo en todo,
podemos estar de acuerdo en que según el apóstol Pablo, la “Iglesia o cuerpo,
era la plenitud de aquel que todo lo llenaba en todo.” Pero también debemos
tener presente que esa “Iglesia” después de que el Señor cumplió su propósito
en la tierra, también la sujetó a Él como Cristo, y la amó de tal manera que en
ese cuerpo Jesús con el que Él mismo se vistió fue capaz de entregarse por ella,
para santificarla y purificarla a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia
gloriosa que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese
santa y sin mancha, hoy es UNA con, y en Cristo.
Por tal motivo el apóstol Pablo también les hizo
la aclaración a ellos diciéndoles que por eso, desde ese mismo momento eran miembros
de su cuerpo, de su carne y de sus huesos, como se supone que debe suceder en
una relación de pareja donde los dos (Hombre y Mujer) deben vivir totalmente
identificados como una sola carne. Por eso les dijo que era “Grande ese
misterio; el de “Cristo y la iglesia” (Efe: 5: 24-32).
También les aclaró esto de haber puesto TODAS
LAS COSAS en Cristo, a lo que hoy se le conoce como el misterio de su voluntad,
misterio este que Él se había propuesto en sí mismo, según su beneplácito, de
reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los
tiempos. ¿Cuáles cosas? las que estaban en los cielos, como las que están en la
tierra, para llenarlo TODO y ser en TODOS, después de haber entregado en ese
cuerpo todo lo que le fue dado a Su verdadera esencia Dios – Espíritu. (Efe:
1:9-19) (1Cor: 15: 28). UNO solo lo llena todo en todo, y lo hace en TODOS
(Col: 3: 11) (Gál: 3: 28).
Sant@s, aún no sabemos todas las
cosas como se deben saber, pero vamos despertando a ellas.
Así está escrito: “Si alguno se imagina que
sabe algo, aún no sabe nada como debe saberlo” (1Cor: 8:2). “Porque en parte
conocemos, y en parte profetizamos… (En parte conocemos, y solo en parte podremos hablar). “El apóstol
Pablo dijo: más cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se
acabará.”
Dejaremos de ser niños en el conocimiento, de
hablar como niños, de pensar como niños, de juzgar como niños; para ser
hombres, maduros, la nueva creación Cristo... Ahora vemos por espejo,
oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero
entonces conoceré como fui conocido (1Cor: 13:9-12).
Conocernos como fuimos conocidos…
Conocernos como fuimos conocidos es una
“Tremenda bendición”; que como cumplimiento de un propósito establecido desde
antes por Dios mismo, está siendo alumbrado hoy en muchos, para bendición de la
humanidad. Es a Él a quien debemos reflejar… Quien se debe ver en cada uno de
nosotros, quien debe pensar, hablar y quien debe actuar. Todos somos la gloria
de Dios, la bendición de Dios, la imagen y reflejo de Dios mismo. Su misma
presencia manifestándose en la tierra, Su plenitud y Su esencia. El Dios que
todo lo llena en todo.