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“El derecho de no trabajar”


(1Cor: 9: 6)

  
Introducción:

La palabra derecho proviene del término latino directum, que significa “lo que está conforme a la regla”

Y… Trabajar es  realizar una actividad que requiere un esfuerzo físico o mental.    Ocuparse una persona en un oficio o profesión, recibiendo a cambio un salario.

Pero el Apóstol Pablo hablo en (1Cor: 9:6) de algo muy especial dado por el Señor, y fue el derecho de “No trabajar.”

 Cuando hemos sido llamados por Dios a predicar Su palabra (Hech: 9:15), como le sucedió a Saulo de Tarzo, a los discípulos de Jesus y a muchos siervos de Dios hoy en día, “Instrumentos escogidos, para llevar su nombre.”

Por esta causa nunca podremos decir como en ocasiones hemos escuchado; que “Le trabajamos al Señor” cuando es El, mismo quien está desarrollando su obra a través nuestro (Col: 3: 11b).

Por decirlo de algún modo para que se entienda; somos una extensión de Dios mismo. Todos somos parte de su misma esencia, de su cuerpo, de su carne y de sus huesos (Efe: 5:30), pero no todos en el cuerpo de Cristo realizamos la misma función (1Cor: 12:18, 27)… Es el, haciendo y no, nosotros.

El servicio  o “Ministerio” no es un trabajo; es un don, es un regalo, es una bendicion, es una gloria manifestada de Dios mientras estemos en este cuerpo natural, aunque para muchos no lo es.


No le trabajamos al Señor… “Servimos en Dios”

Y para todos es esta bendicion y está honra de “No trabajarle al Señor” sino servir con todo nuestro corazón, conforme al conocimiento en el que cada uno estemos siendo guiados por él; unos llevando todavía circuncisión, otros llevando incircuncisión  (Gál: 2:7) y otros llevando vida por el conocimiento (Juan: 6:63b).

 Y… Esta es nuestra seguridad en Dios;  no que seamos competentes por nosotros mismos, sino que nuestra competencia proviene de Dios. Somos ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica (2Cor: 3:4-6)

Para nosotros es este derecho  de “No trabajar”  y es dado por Dios…

No como asalariados, sino… En libertad, y no en esclavitud; Pablo escribió, ¿No soy apóstol? ¿No soy libre? (1Cor: 9: 1) podría haber hecho cualquier cosa, pero conocía quien era.

Lo que hizo, lo hizo sin cargas, sin compromisos, sin obligación. “En consciencia y en amor.” Como está escrito… “Todo lo que hagamos, sea de palabra o de hecho, hagámoslo en el Señor Jesús. (Col 3:17).

Todo en Dios tiene su recompensa…

Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún. Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta el fin… (Heb: 6:10-11) (Mat: 6:30-33).

Dios tiene cuidado de su cuerpo…

Y no está actuando más, sino a través de cada uno de sus miembros; el ser participante de esta bendicion y en libertad, es algo que solo el Señor podrá aclararlo en nuestro corazón, para que cuando lo hagamos… “Lo disfrutemos en él, por él y para él.” (Mat: 6: 26, 28, 30).

¿Quién fue jamás soldado a sus propias expensas? ¿Quién planta viña y no come de su fruto? ¿O quién apacienta el rebaño y no toma de la leche del rebaño?   ¿Digo esto sólo como hombre? ¿No dice esto también la ley? Porque en la ley de Moisés está escrito: No pondrás bozal al buey que trilla.

¿Tiene Dios cuidado de los bueyes, o lo dice enteramente por nosotros? Pues por nosotros se escribió; porque con esperanza debe arar el que ara, y el que trilla, con esperanza de recibir del fruto (1Cor: 9:7-10).

Nada de lo terrenal tiene más valor que lo espiritual…

Si nosotros sembramos entre vosotros lo espiritual, ¿es gran cosa si segáremos de vosotros lo material? Si otros participan de este derecho sobre vosotros, ¿cuánto más nosotros?

Pero no hemos usado de este derecho, sino que lo soportamos todo, por no poner ningún obstáculo al evangelio de Cristo (1Cor: 9:11-12) Porque mejor es la sabiduría que las piedras preciosas; y todo cuanto se puede desear, no es de compararse con ella (Prov: 8:11)  (Prov: 3:13-15).


Para meditar en Dios

¿No sabéis que los que trabajan en las cosas sagradas, comen del templo, y que los que sirven al altar, del altar participan? Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio. Pero yo de nada de esto me he aprovechado, ni tampoco he escrito esto para que se haga así conmigo; porque prefiero morir, antes que nadie desvanezca esta mi gloria.

Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio! Por lo cual, si lo hago de buena voluntad, recompensa tendré; pero si de mala voluntad, la comisión me ha sido encomendada (1Cor: 9:13-17).


Es cuestión de consciencia… 

No de mandamiento, no por ley, no por temor, no por suerte y mucho menos por obligación… Aunque en un tiempo fue así; y hoy en día muchos se aprovechan de este mandato… “Ten cuidado de no desamparar al levita en todos tus días sobre la tierra” (Deut: 12:19) (Mal: 3: 10).

El Apóstol Pablo escribió así: ¿Cuál, pues, es mi galardón? Que predicando el evangelio, presente gratuitamente el evangelio de Cristo, para no abusar de mi derecho en el evangelio (1Cor: 9:18). 

Derecho es “Lo que está conforme a la regla”

Antes de la cruz “Servir” era una norma o mandamiento establecido por Dios, para sustento de los que vivían en el templo y sus familias, pero después de la cruz es una gloria, es una bendicion, es una honra hacerlo de corazón, y ese solo lo conoce el Señor (Jer: 17: 9-10) (Prov: 23: 26).

Predicar es sembrar la palabra con la plena certeza de que “No volverá vacía” cumplirá el propósito y el fin por el cual fue enviada… Para bendicion y crecimiento espiritual a todos.

Y como la consecuencia, retribución o cosecha de saber que solo por la palabra (Cristo) el corazón de los hermanos es movido en agradecimiento y honra para el sostenimiento de la obra del ministerio, del ministro o ministros que estén disfrutando del “Derecho de no trabajar” sino sirviendo en Dios.


Los discípulos de Jesus creyeron a la palabra…

Ej. Jesus envió a predicar a sus doce discípulos, y les dio poder y autoridad sobre todos los demonios, y para sanar enfermedades.

Los envió a predicar el reino de Dios, y a sanar a los enfermos. Y les dijo: No toméis nada para el camino, ni bordón, ni alforja, ni pan, ni dinero; ni llevéis dos túnicas.

Y en cualquier casa donde entréis, quedad allí, y de allí salid.  Y dondequiera que no os recibieren, salid de aquella ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos.  Y saliendo, pasaban por todas las aldeas, anunciando el evangelio y sanando por todas partes (Luc: 9:1-6). 


Pero esto dijo el Apóstol: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.

Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra; como está escrito: Repartió, dio a los pobres; su justicia permanece para siempre.

Y el Señor, quien es el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia, para que estéis enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual produce por medio de nosotros acción de gracias a Dios.

El que es enseñado en la palabra, haga partícipe de toda cosa buena al que lo instruye. No os engañéis; Dios no puede ser burlado: pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará  (Gál 6:6-7). 

Porque la ministración de este servicio no solamente suple lo que a los santos falta, sino que también abunda en muchas acciones de gracias a Dios;  pues por la experiencia de esta ministración glorifican a Dios por la obediencia que profesáis al evangelio de Cristo, y por la liberalidad de vuestra contribución para ellos y para todos; asimismo en la oración de ellos por vosotros, a quienes aman a causa de la superabundante gracia de Dios en vosotros. ¡Gracias a Dios por su don inefable! (2Cor: 9:6-15). 


Conclusión:

Hemos sido llamados a no trabajar, sino a servir conforme nos ha sido dado hacerlo… Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios. Si alguno habla, hable conforme a las palabras de Dios; si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo, a quien pertenecen la gloria y el imperio por los siglos de los siglos (1Ped: 4:10-11).


Somos la misma bendicion de Dios Ya manifestada
¡En cada uno de nosotros!

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Nota:

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El apóstol Pablo escribió en (2Cor: 9:1-15) “Cuanto a la ministración para los santos, es por demás que yo os escriba”; pues conozco vuestra buena voluntad y generosidad, y no como de exigencia nuestra. Pero esto digo:

1) El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará.

2) Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre. Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra;

3) Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia, para que estéis enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual produce por medio de nosotros acción de gracias a Dios.

Porque la ministración de este servicio no solamente suple lo que a los santos falta, sino que también abunda en muchas acciones de gracias a Dios; pues por la experiencia de esta ministración glorifican a Dios por la obediencia que profesáis al evangelio de Cristo, y por la liberalidad de vuestra contribución para ellos y para todos; asimismo en la oración de ellos por vosotros, a quienes aman a causa de la superabundante gracia de Dios en vosotros.

¡Gracias a Dios por su don inefable!