Para que esta palabra de “Reinar en vida
desde nuestra verdadera esencia Yo Soy” se pueda entender mejor y nos podamos
gozar con ella por el Espíritu que nos habita, debemos ser alumbrados, y en
conciencia despertar y ver las cosas como deben ser vistas, con los ojos del (Entendimiento
– Dios); pues el único que puede reinar en verdad y en toda la extensión de esta
palabra es él mismo, pero lo debe hacer, a través nuestro… ¡Así está
establecido!, ya que solo hay un Rey, y un reino. ¡Nosotros, el mundo y todo lo
creado SOMOS Su reino, pues Él es el que lo llena todo, en todo!
Ahora entendamos lo siguiente: ¿Porque es que
decimos que el único que puede reinar en vida, en toda la extensión de la
palabra es él mismo, y que si lo hace, lo debe hacer a través nuestro? Para
explicar mejor esto, tomemos el siguiente ejemplo: Muchos hemos oído de
nuestros viejos el dicho de que “El que no cojea de un lado, cojea del otro”,
indicando con esto que humanamente siempre vamos a fallar, flaquear, resbalar y
caer; y esto, a ojos de los demás, por ende, estaríamos en la mira de todo ojo
y dedo señalador que no vería con agrado esa posición de Rey. Este cuerpo
natural es débil, es efímero, es limitado… ¡Ninguno en este mundo podría llenar
el requisito para serlo! No así en Dios, pues en el Rey siempre estamos firmes.
El apóstol Pablo dijo a sus discípulos en
Roma así: “Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente.” Esto
respecto de cualquier decisión que tomemos en vida, pues si lo hacemos, es en
Dios que lo hacemos y por ende NO debe haber recriminación, juicio, ni condena
de esa decisión de ninguna parte.
Así fue escrito:
El que hace caso del día, lo
hace para el Señor; y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace. El
que come, para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no come, para
el Señor no come, y da gracias a Dios. Porque ninguno de nosotros vive para sí,
y ninguno muere para sí. Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos,
para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor
somos. Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Rey
y Señor así de los muertos como de los que viven (Rom: 14:5b-9).
Esto hablando de lo que sucedió en la cruz
para bendición del hombre en ese tiempo… Cuanto más ahora que el que vive y se
manifiesta en todo y en todos es él mismo, el Dios eterno, el Gran Yo Soy… y en
él Somos UNO solo… ¡El Rey! (1Cor: 15: 28) (Gál: 3: 28).
Retomemos entonces lo que decíamos en la
primera parte de nuestro tema anterior.
Reinar es señorear, gobernar, tener el
control y el dominio de todas las cosas cualesquiera sean, en lo mucho, lo
poco, o nada. Entendiendo que “Así a muchos no les parezca las decisiones que
tomemos, lo que pensemos, digamos y hagamos manifestando ese señorío, gobierno,
poder, control y dominio que tenemos en Dios…” (2Tim: 1:7). Pues todo está puesto
en nuestras manos… y somos libres de tomar la decisión que bien nos parezca.
“Nadie se engañe a sí mismo; si alguno entre nosotros
se cree sabio en este siglo, hágase ignorante, para que llegue a ser sabio.
Porque la sabiduría de este mundo es insensatez para con Dios; pues escrito
está: El prende a los sabios en la astucia de ellos. Y otra vez: El Señor
conoce los pensamientos de los sabios, que son vanos. Así que, ninguno se
gloríe en los hombres; porque todo es nuestro: sea el mundo, sea la vida, sea
la muerte, sea lo presente, sea lo por venir, todo es nuestro…” (1Cor:
3:18-22).
En este cuerpo pueden pasar muchas cosas...
Por eso no dejes que pasen, porque siempre traen bendición (Rom: 12:18-21).
Sabiduría no es saber... Es VIVIR (2Tim: 1:7).
En cierta ocasión en ese tiempo, Jesús haciendo mención de este
señorío, poder, control y gobierno para el cual el hombre había sido creado
desde el principio de los tiempos, y que por el desconocimiento del mismo, los
judíos que con él hablaban no reconocieron a Dios al cual tenían delante, pues no
estaban claros en ese propósito y cumplimiento de las cosas en ese cuerpo Jesús
(Juan: 1: 11); y cuando les dijo: ¿No está escrito en vuestra ley: “Yo dije,
dioses sois?” (Juan: 10: 34), querían apedrearlo, pues solo veían y oían con
sus ojos naturales, pues todavía el Espíritu no les habitaba para que pudieran entender.
Hoy no debe ser así con nosotros, porque él mismo
va despertándonos a estas verdades desde antes establecidas. ¡Hoy podemos
recordar en este cuerpo natural como fuimos conocidos!
Dejemos YA de ser niños en el conocimiento,
de hablar como niños, de pensar como niños, de juzgar como niños; para ser
hombres y mujeres maduros como somos… ¡Esencia, plenitud y vida de Dios en
plena acción!
Antes se veía por espejo, oscuramente; pero
ahora debemos vernos cara a cara. Ahora conozco en parte dijo el apóstol; pero
entonces conoceré como fui conocido (1Cor: 13:9-12); y cuando fue despertado a
esa tremenda bendición y gloria, no pudo más que decir… “Ya no vivo yo… es Dios
el que vive” (Gal: 2: 20b).
¿Por qué Jesús les dijo dioses sóis?
1. Porque ese fue el propósito inicialmente
establecido por Dios para el hombre… ¡Señorear y sojuzgar la tierra! (Gén: 1:28).
2. Porque de Dios habían venido... ¡Dios es la
roca de donde ellos fueron cortados! (Isa: 51:1) Y…
3. Porque… (Solo dioses pueden provenir de
---> Dios). De la misma manera que de un perro nacen perritos, de un caballo
nacen caballitos, etc. Independientemente del propósito que como simiente cada
uno de ellos irían a desempeñar en ese tiempo… ya fuera manifestar el “Bien o el
mal; la honra o la deshonra; ser lobos u ovejas, trigo o cizaña”.
Pero como todas las cosas establecidas por
Dios siempre van a tener de parte del hombre un rechazo natural, fue escrito
así: “Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá
el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así? ¿O no tiene
potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para
honra y otro para deshonra?” (Rom: 9:20-21). A esto se le conoce como el Señorío, soberanía o reinado de Dios.
“No te apresures en tu espíritu a enojarte;
porque el enojo reposa en el seno de los necios. Mira la obra de Dios; porque
¿quién podrá enderezar lo que él torció? En el día del bien goza del bien; y en
el día de la adversidad considera. Dios hizo tanto lo uno como lo otro, a fin
de que el hombre nada halle después de él.” (Ecle: 7:9, 13-14). ¡Gocémonos de
TODO EL BIEN que está puesto en nosotros!
· Hoy es Él mismo el que vive a través de
nuestro cuerpo mortal…
· Hoy no podemos decir de nosotros como se dijo
en ese tiempo “dioses”, porque hoy,
Dios es el
que vive, señorea, gobierna, controla y reina en este mundo, en todo el
universo y en todos los multiversos.
Ahora…
Para poder disfrutar de esta tremenda verdad que
ha sido dada a nuestro favor, debemos tener muy en cuenta, no pasar por alto, y
prestar mucha atención a estas palabras antes escritas en el título de nuestro
tema. Las cuales son: “Desde, Yo Soy, y Vida”; porque ellas nos darán claridad
para entender que solo desde nuestra verdadera esencia ¡Yo
Soy! estaremos enfocados en poder reinar, señorear, gobernar y tener el
control en todas y cada una de las circunstancias que se nos pongan al paso en
este mundo.
a) La palabra Desde,
es una preposición que nos indica un lugar de inicio o un punto de partida...
b) La palabra Yo Soy,
es nuestra verdadera identidad celestial. Con esta palabra entendemos que se
refiere “Al Ser”, “Al que vive a través nuestro”, “Al eterno”, “A Dios”… y
c) La palabra vida,
con esta debemos entender que nos referimos a nuestra existencia temporal
humana en un cuerpo de carne, donde estamos siendo ejercitados en ese propósito
establecido por Dios para nuestra bendición, que nos es otra cosa más que
¡Reinar en vida!
¡Reinar… es algo que solo Él lo
puede hacer!!!
Señorear, gobernar, tener el control, el
dominio, y reinar es Su plan perfecto, pero para hacerlo y manifestarlo Él
mismo a través nuestro; porque el velo o vaso de barro que somos nosotros, solo
es el medio del que él se ha vestido… ¡Nada está fuera
del control y señorío del Yo Soy para poder reinar!
Recordemos que en cierta ocasión Asáf escribió
del Señor al pueblo, diciendo: “No saben, no entienden, andan en tinieblas; tiemblan
todos los cimientos de la tierra. Yo dije: Vosotros sois dioses, y todos
vosotros hijos del Altísimo; pero como hombres moriréis, y como cualquiera de
los príncipes caeréis (Sal: 82:5-6). Y de la misma manera lo hizo a través de
su cuerpo Jesús en su ministerio terrenal. Él mismo llamó dioses a aquellos a
quienes vino la palabra de Dios en ese tiempo (y la Escritura no podía ser
quebrantada) (Juan: 10:34-38).
Hoy sucede lo mismo con nosotros, pero con
una pequeña diferencia… Antes de la cruz ellos fueron llamados “dioses”, porque de Dios provenían; hoy, después de la
cruz, “Dios ES” el que vive y se manifiesta a través nuestro.
Dios ES el Señor, el Rey y el que
reina eternamente y para siempre.
Ahora… siendo Dios el Rey, y el único que
reina a través nuestro… debemos entender que mientras nos movamos en este
cuerpo natural, nadie en este mundo está
exento de pasar por situaciones adversas, y es aquí donde el despertar de la
palabra debe tomar fuerza y ponerse por obra DESDE nuestra
verdadera esencia Yo Soy, para vivir en control de todas ellas; porque si lo
manejamos desde nuestra naturaleza humana, siempre nos vamos a ver enredados religiosamente,
con pensamientos, argumentos, lógicas y razonamientos limitados.
Si queremos reinar, debemos hacerlo no
buscando conseguir nuestro propio bien, sino también el de los demás… ¡Buscar
siempre el bien común y no solo el propio… Y hacerlo, en lo posible de la mejor
manera! Pues si no, seguiríamos obrando como todo el mundo lo hace, egocéntricamente.
Porque así fue escrito:
1. “Nada hagan por contienda o por vanagloria;
antes bien hagan las cosas con humildad.
2. “Estimando cada uno a los demás como
superiores a él mismo.”
3. “No mirando cada uno por lo suyo propio, sino
cada cual también por lo de los otros...”
Pongamos un
ejemplo:
Que nuestra
abundancia cualquiera sea, supla al que padece necesidad; pues en esencia es a
Dios mismo a quien manifestamos cuando sembramos… y a quien servimos. En otras
palabras, es Dios mismo el que siembra a través nuestro, y es Dios mismo el que
recibe, a través de nuestro hermano… (Mat: 25: 40). Estas palabras son fáciles
de entender, y no podemos negarlo; pero en el ejercicio de aplicarlas es ahí donde
empiezan a surgir las complicaciones, cuando no reinamos en línea con nuestra
verdadera identidad en Dios. Por eso…
Tenemos que ¡Morir para Reinar –
Desaprender para Vivir!
No podemos obviar este paso mientras
existamos a este mundo y hayamos sido alumbrados en conciencia. Para poder
reinar en vida y experimentar la gloria y bendición de tener el control de las cosas que como ya sabemos están en
nuestra verdadera esencia Yo Soy, nos es necesario experimentar la muerte… pero
¡En vida!
“Morir, antes de morir”
Pablo experimento la “muerte”, sin morirse… Cuando
dijo: “Ya no vivo yo, Cristo vive en mí” (Gál: 2:20).
1. ¡Murió al ego, o al falso dios!
2. Murió a la ley mosaica cuando fue tumbado del
su caballo mental… y
3. Murió a la gracia que recibió en el tercer
cielo, al conocimiento de los misterios de Dios, y al evangelio dado para los
gentiles.
Esto es a lo que cada uno de nosotros va a ir
llegando, porque así está establecido para todos aquellos que deban despertar
al conocimiento de Su verdadera esencia, plenitud y vida, según Su perfecta voluntad.
Con todas y cada una de las experiencias vividas, incluyendo las religiosas; hasta
experimentar o recibir esa muerte que no es muerte, para poder reinar en vida.
Veamos estos dos ejemplos:
· Saulo de Tarso… a él le fue necesario morir a
su manera de ser, de pensar y de vivir” (Hech: 9:3-22), y
· Jesús de Nazaret, siendo Dios mismo… como
grano “cayó - descendió” en tierra y murió, para SER lo que siempre ha sido, la
Vida (Juan: 12:23-24). Por lo que Pablo escribió: “Haya, pues, en vosotros este
sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no
estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí
mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la
condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte,
y muerte de cruz” (Fil: 2:1-8).
Lo que nos indica que solo muriendo a nuestro
parecer, lógica, razón, religión, etc; podremos empezar a ejercer y a
experimentar nuestro reinado, a través de nuestra forma de siervo, tal y como
sucedió cuando Él se vistió del cuerpo Jesús.
Solo por la manifestación del Espíritu a
través nuestro, podremos disfrutar de esta gloria de pensar, hablar, actuar, y
SER, no para nuestros propios intereses; sino teniendo en cuenta primero que
todo, al Dios que ES también a través de nuestro prójimo.
Confío en Dios que de la misma manera como
muchos por Su palabra hemos venido despertando a este conocimiento que hoy
estamos compartiendo acerca del “Reinar en vida desde nuestra verdadera esencia
Yo Soy”, también muchos de los que estén puestos por el Señor para entender esta
gloria, despierten... ¡Por Su buena voluntad!
Nosotros sabemos que… “Aún hay muchos santos”
que a pesar de que han venido siendo ejercitados en la palabra desde hace ya un
buen tiempo en sus congregaciones, todavía en pleno siglo 21 tienen necesidad de
seguir siendo alimentados con esa leche espiritual de los “Rudimentos de la
doctrina del Cristo carne”, y no con el alimento sólido que nos corresponde;
que no es más que “La Gracia sobre la gracia”… “Su esencia y Su misma vida”… ¡Su plenitud! … esa de la cual tomamos todos. Y no para tener que seguir siendo amonestados en
todo momento, como lo fueron los corintianos en el tiempo en el que el apóstol
Pablo ejercía su ministerio. Porque...
¡Ya todo está establecido para
reinar, en el Reino de Dios!
Por eso el apóstol mismo llegó a llamarles la
atención a sus discípulos en Corinto, cuando les dijo: “El reino de Dios no consiste
en palabras, sino en poder.
· No consiste en vanas repeticiones, ni en el
cumplimiento de obras muertas, ni tradiciones, ni costumbres, ni mucho menos de
ritos, ni de ceremonias ya abolidas, no. Basta ya de esas cosas… (Heb: 6: 1-3).
· Solo consiste en el poder de Dios YA cumplido
y establecido en esa cruz, por Él mismo. Y ese poder no es más que ¡Su perfecta
voluntad hecha una vez y para siempre! … Como fue dicho: “A lo suyo vino…”
(Juan: 1: 11), y… “Consumado es” (Juan: 19:30).
Pero… ¡Sin
conocimiento no se puede reinar!
Ejercitemos nuestros sentidos espirituales…
Si debemos despertar a muchas verdades
todavía los que hemos venido siendo alumbrados en la palabra para poder “Reinar
en vida”, puesto que fue escrito que: “Si alguno se imagina que sabe algo, aún
no sabe nada como debe saberlo…” (1Cor: 8: 2). ¿Cuánto más, los que todavía no
han despertado a ellas y siguen enredados en la religión y en su pensamiento
ególatra?
Un buen ejemplo lo tenemos con el apóstol Pablo
cuando les dejo claro a los Corintios, el cómo era que debían ser las cosas para
salir de la niñez espiritual en la que se encontraban, y que ellos mismos
entendieran, y desde su conocimiento pudieran “escoger” la forma de dirección o
palabra, con la que debían seguir su caminar en Dios, diciéndoles así: ¿Qué
queréis? ¿Iré a vosotros con vara, o con amor y espíritu de mansedumbre?”
Cuando el apóstol les dijo, con vara; se
refería al sistema de ley mosaica en la que todo se hacía por obligación y por
temor. Y cuando les habló del amor y del espíritu de mansedumbre, no se refería
más que a la gracia y al favor que Dios había tenido para con ellos (1Cor: 4:20-21).
Pero ellos por su niñez e ignorancia escogieron “la vara”, o sea, el
conocimiento de ley, la costumbre, la tradición y ese sistema religioso antiguo
testamentario, abolido, y caduco (Efe: 2: 15).
Por tal motivo les fue dicho también, así: “De
manera que yo, hermanos, no pude hablarles como a espirituales, sino como a
carnales, como a niños en Cristo. Les di a beber leche, y no vianda; porque aún
no eran capaces, ni son capaces todavía, porque aún son carnales; pues habiendo
entre Uds celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andan como
hombres?
Porque diciendo el uno: Yo ciertamente soy de
Pablo; y el otro: Yo soy de Apolos, ¿no son carnales? ¿Qué, pues, es Pablo, y
qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis creído; y eso según lo
que a cada uno concedió el Señor. Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento
lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios,
que da el crecimiento. Y el que planta y el que riega son una misma cosa;
aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor (1Cor: 3:1-8).
En conclusión:
Reinar en vida no puede hacerse más que
desde… Nuestra verdadera esencia… ¡YO SOY!
Somos especiales… ¡Su espíritu nos habita! Como
para que todavía en este tiempo estemos los unos y los otros viéndonos
naturalmente, esperando mostrar ser mejores que otros aún, hasta en la manera
de compartir la palabra y no entendiendo que el que sostiene todas las cosas
con la palabra de Su poder es Él mismo. Y Él mismo es quien obra en todos y cada de
nosotros, sea cual fuere la palabra que se esté compartiendo, dependiendo eso
sí, del nivel de gloria que Dios mismo haya alumbrado, pues no es del que
quiere ni del que corra entender las cosas como están establecidas; y esto, para
que no haya contienda, ni siquiera en nuestra manera de pensar, pues el que
vive y REINA es solo Él.
Ahora, como dije desde el principio, despertemos
ya, y entendamos las cosas desde el corazón del Dios que nos habita para Reinar
en vida en este tiempo, tal y como lo debemos estar haciendo…
Santos y eternos… “Sepamos lo que Dios nos ha
concedido” (1Cor: 2:12). El Yo Soy = El eterno, el Rey es quien nos habita… y Él
es quien reina. ¡Esto nos debe dar reposo!
Para reinar en vida debemos renovar
nuestra manera de pensar… (Rom: 12: 2).
· Somos ¡El REY! ésta
es nuestra verdadera identidad celestial. Despertemos ya y entendamos esta
verdad de Dios… Nosotros nunca hemos sido pueblo de Dios como fuimos enseñados
en un tiempo, ni ovejas, ni novia, ni esposa, ni ninguno de esos otros
apelativos que se dan en el sistema religioso para identificarnos como de la
familia celestial, no.
· Somos el Yo Soy, el que vive, el eterno y no
el temporal y el limitado que vemos en nosotros; así lo debemos entender para
poder reinar en vida… ¡Todo nos es posible!
Ahora sí, ya con este piso espiritual, confío
que somos alumbrados en esta bendición. ¡Somos la manifestación viva y en
acción de Su esencia, gloria, plenitud y vida en este mundo.
1 comentarios:
Muy bueno mi Varón de Dios!
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